viernes, 23 de mayo de 2008

"El ser genuino" cuento zen (selección, traducción y comentarios: Guido Tavani)

Un discípulo acude a su Maestro y le plantea un acuciante problema:
-Maestro, inopinadamente me asalta una ira que no puedo gobernar ¿Qué debo hacer para sobreponerme a ella?
-En verdad, es algo muy extraño, dijo el Maestro, no puedo ayudarte a menos que me la enseñes ahora mismo.
-Es que no puedo mostrársela en este momento, repuso el discípulo.
-¿Ycuando podrías mostrármela?
-Ocurre que me sobreviene sorpresivamente, respondió el discípulo.
-Entonces, no reside en tu naturaleza, si acaso formara parte de ti, podrías mostrármela en cualquier momento.
  • Todo lo que reside genuinamente en el ser le pertenece pues, ha sido conquistado y adquirido por éste, en consecuencia, se halla bajo su gobierno y está siempre disponible. Por el contrario, si no se lo puede suscitar, se debe a que no le pertenece y es obra de la contingencia, de lo transitorio, de lo mudable, y está condenado a extinguirse. Las convenciones socialmente pactadas y a las cuales adscribimos por el sólo hecho de pertenecer a una comunidad cualquiera, introducen contradicciones, discrepancias y desacuerdos con lo más esencial y genuino del ser y, en ocasiones, suele mezclarse con su materia. De ahí que la cólera, la irascibilidad, o cualquier otro temple anímico adverso, puede ser considerado como uno de los esfuerzos del ser por obtener su curación.

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