sábado, 22 de noviembre de 2008

"El acoso moral" (fragmento del capítulo "el acoso en la empresa") Marie-France Hirigoyen

En un momento de crisis, tenemos una tendencia a acentuar el registro en el que nos encontramos: una empresa rígida se vuelve más rígida, un empleado depresivo se vuelve más depresivo, otro empleado agresivo se vuelve más agresivo, etc. Acentuamos lo que somos. Una situación de crisis puede sin duda estimular a un individuo y conducirlo a dar lo mejor de sí mismo para encontrar soluciones, pero una situación de violencia perversa tiende a anestesiar a la víctima, que, a partir de ese momento, solo muestra lo peor de sí misma.
Se trata de un fenómeno circular. De nada sirve buscar quién ha originado el conflicto. Se llega a olvidar incluso su razón de ser. Una serie de comportamientos deliberados del agresor está destinada a desencadenar la ansiedad de la víctima, lo que provoca en ella una actitud defensiva, que a su vez, genera nuevas agresiones. Tras un determinado tiempo de evolucion del conflicto, se producen fenomenos de fobia reciproca: la vision de la persona odiada provoca una rabia fria en el agresor, la vision del perseguidor desencadena el miedo de la victima. Se trata de reflejos condicionados, uno agresivo y el otro defensivo. El miedo conduce a la victima a comportarse patologicamente, algo que el agresor utilizara mas adelante
como una coartada para justificar retroactivamente su agresion. La mayoria de las veces, la victima reacciona de un modo vehemente y confuso. Cualquier cosa que emprenda o que haga se vuelve contra ella gracias a la mediacion de sus perseguidores. El objetivo de la maniobra de estos ultimos consiste en desconcertarla, en confundirla completamente y en conducirla al error.

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