jueves, 22 de mayo de 2014

El espíritu perverso de los objetos cotidianos - Carlos Cúccaro


Ese estante de la biblioteca no es un estante.
Es un nido de ideas y de gritos
que se disputan arcángeles y demonios.
No te fíes de los pozos de sombras de tu habitación cerrada.
Cuidado con las fotos de la infancia,
donde vos sos un extraño que te mira con vergüenza.
Y las manzanas…
ah, qué decir de las manzanas,
con su obsceno terciopelo rojizo desparramado en la fuente
como los pechos desnudos de una cortesana babilónica.
No creas en los objetos.
Jamás toques el diario sin saber el nombre verdadero de las cosas.
Verás noticias que gritan: “Vaticano”, que gritan: “Siria”,
que gritan: “Venezuela”.
Pero cuidate de los diarios
y sus dientes de perro
alzándose sobre el  fondeadero sutil del alma de los inocentes.
No creas-nunca más-
en los objetos.
Ni en las llaves, que no abren puertas sino que abren abismos,
ni en el fetiche cristalino de las monedas, ni en el plástico de las tarjetas,
ni en el áspero desarreglo de los guardarropas.
Los objetos no están para servirte:
están para invadir tu soledad con su presencia multiforme.
O están-quizás- para quemarte la mente como flores de whisky.

Los objetos son la parte oculta de tus ojos.

2 comentarios:

éste es un blog que no obtiene beneficios económicos. Comentarios publicitarios abstenerse, gracias,,,