miércoles, 1 de octubre de 2014

Jorge Rivelli


Rivelli combina fórmulas de brebajes clásicos: tequila, whisky, ajenjo, cerveza, cocoroco y otras pócimas con el viaje hasta el fondo de la botella. De dónde se viene no es lo que importa. Ya se está ahí. Y uno sabe que está ahí, en el más descarnado vuelo poético y sin lamentaciones: 

el alcohol vespertino
late otra vez
maldita música
entra y sale de la celebración 
coronada de castigos
entonces insisto
con los mismos hechizos
mujeres vampiresas
mujeres meretrices
mujeres clandestinas
mujeres inmortales
miran el fondo de mis ojos
perfectos para la noche
de luces abiertas y
el contorno colosal
de buenos aires sin manchas
y así te bebo
beligerante baba
bisagra viscosa
líquido luminoso
que escapa de la agonía
por el costado del vidrio
que encandiló mis labios
copio los versos
como falsa enmienda
herido & desierto bar
de figuras dilatadas
repito en voz alta
cada bebida encendida
que me nombra en silencio
para evitar en vigilias
esa antigua soledad
de un coro de demonios
que cantan en domingo
la sal reproduce el estaño
los versos las copas
y cada mujer desnuda
que danza en escena
es el engaño al ojo
un centro de tormenta
para un final fatal
el fastidioso fracaso
del poeta vedado
de lluvias y lágrimas

como una voz en la celda de la mente el espíritu del licor alimenta el vacío del cuerpo en la soledad de las páginas en el cerrado mundo manchado de lastre en los nervios lúdicos colgados del espejo reflejo de círculos de trenes y puertos que flotan en el cielo y la sombra de siempre nublando los ojos del futuro por eso la necesidad del trago para ofrecer el descanso de los mortales mansillados

baila baco baila - Editorial La Porteña 2013 - colección acento urbano


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