domingo, 31 de mayo de 2015

Simón Esain


Tótem

llegué a esa tierra donde se camina bajo un relámpago perpetuo
tierra en manos del mal tiempo
como la volvió mía se la ha quedado
recuerdo que saqué un pie del naufragio y amanecí
desembarqué desde esa desnudez en que me reconozco
el silencio pudo ser verde o un músico
estar llevando ondas dormidas al esplendor del esfuerzo
uno termina dormido sobre el verso uno termina olvidado
olvidando a quién dispararle los reproches
uno termina viendo el río que lo trajo uno termina saludado
por alguien
alguien bajo la luz plateada del relámpago
se inclina a mirarnos / sin embargo

es un soldado de otro ejército

sábado, 30 de mayo de 2015

María Rosa Lojo

Riguroso silencio 

Ella cantaba en riguroso silencio, cantaba en sueños envuelta en las palabras que los sueños prestaban como guantes oscuros.
Empezaba otra vez todas las noches la misma canción: los pasos torpes, los ojos dormidos, arrojada violenta, a contraviento, por la luz exterior.
Ella fuera de la luz del mundo, ella sin casa sólo con un guante para apretar gargantas de mudez. Ella sentada a la orilla de su canción, como el pescador sobre el agua vacía.

Estructura de las casas 

Dentro de un dedal había un salón de costura donde la abuela bordaba rosas cuando era una niña obligada a quedarse del revés de la luz para que no la distrajesen los ruidos del mundo.
Dentro de una foto del padre había un joven que regresaba a las montañas cruzando campos ardidos por la guerra, y había cuerpos acabados de fusilar pudriéndose en el fondo de las pupilas.
Detrás de un guante viejo había un hermano desaparecido, en un pastillero vacío acechaba la locura; sobre los platos cascados comía una familia sentada en torno de una mesa de roble; dentro de un cofre la madre guardaba cartas de pretendientes, y con las cartas esperanza y pobreza y plumas que avanzaban despacio sobre el papel rugoso de las vidas pasadas.
En tu historia había historias imposibles de limpiar y cuartos cerrados que no se abrirían nunca porque las estructuras de las casas son cajas chinas interminables y concéntricas y de la misma manera misteriosas.

de Esperan la mañana verde (1998)

La desapareciente 

A las mujeres que me educaron, de quienes Leónie Duquet, "desaparecida" hace veinte años, es hoy un símbolo. A las que siguen dando testimonio.

Donde las estrellas se quiebran como vidrio pulverizado, donde nada sino el idéntico relato del vacío que parte y vuelve sobre los trenes desvencijados de la tierra, allí te pusiste a levantar tu casa pieza por pieza como una miniatura de ladrillo para que jugaran con ella los inocentes, allí empezaste a cantar una canción que abría una puerta al cielo y otra del infierno para que salieran las almas de sus cárceles y se comunicaran tiniebla y transparencia.
Allí te pusiste a esperar para que algo sanara, para que algo creciera, para que algo viviera.
Ellos te decían que no: los que llevaban la materia más segura de las ciudades pegada a los zapatos y regresaban a los giros del mundo.
Te decían que no.
Te señalaban con cabezas distantes borraban la  memoria de tu casa entre calles de vértigo.
Pero esperabas, estabas esperando.
Y buscabas las trizas de la luz caída y regabas con ácido las cenizas de los muertos por injusticia.
Una noche te vieron disuelta los pasajeros.
Estabas en la tierra estabas en el aire, estabas en el agua estabas en el fuego.
Blanca te vieron en la ondulante claridad de todos los colores.
Pero te hundieron debajo de las ruedas.
Cerraron las ventanas y cerraron las puertas y cerraron los ojos.
Y les tendías los brazos desde lo impalpable pidiendo que lo que fue no hubiese sido, reclamando al poder miserable y a todos los poderes, y al que Es para siempre pero no puede pero no está salvo en los sueños de los hombres.
Y rezabas para que algo sanara para que algo creciera para que algo que viviera, para que el tiempo aprendiese a restañar y a retroceder.
Por el día de resurrección por el día de gloria por el día de cuerpos reconstruídos, arrojando tus rosas de ácido contra las puertas sordas de los trenes, tus rosas de ácido contra las puertas cerradas del paraíso.


de esperan la mañana verde (1998)

viernes, 29 de mayo de 2015

Inés Manzano


                                                                                                      a Carlos Fuentealba
                                                                                                      y a la mujer que lo amaba


Arrodillada
sobre el agujero cruel
que se me traga
las voces de las hijas
las preguntas
que a sus trenzas atábamos
cuando todo era niebla
Aferrada
a la rama más débil
a su voz que me deja
al tapiz de esa música
que cunde bajo tierra
y fulgura
y me vence
Reposo
en la brizna sagrada de sus sueños
en mi brazo celeste que rodea
su cabeza estallada
en lo que pierdo
Yo guardaba
las cosas que decía
la hilera de sus pasos
su caricia de avena
entre los utensilios
por las dudas
Respiraba
del ritmo de su pecho
Alguna vez
tirados en el pasto tuvimos todo el tiempo
Ahora solo tengo
la argamasa que cede a sus latidos
tres temblores gemelos
y una camisa hueca
que humedezco de lágrimas
en un confín del mundo
enmudecido
Déjenme recostada en su costado
besarle los fragmentos
No hay ternura como ésta
que resista
los embates brutales de tal pena

Desangelada muerte
que se lleva a mi Carlos
Quiero oír el silencio
Más allá
del rumor de su sangre que me hiere
no queda más que viento


del libro “Si es puñal que me mate” Editorial Papeles de Boulevard (Rosario-Argentina 2011)

domingo, 24 de mayo de 2015

Daniel Arias


Se cae el día
inexorable
sobre el hombre que trabaja
en sus figuras de cera
en su carne viva
en su maravilla
en su mano de mayo caído
en los árboles desprendidos del viento
como yo, solo en el camino
siempre en el camino.
En otras noches se habla de guerra
en otras casas hay crueldades
en otras cárceles hay pueblos
pueblos esclavos y santos
como la historia, los abuelos y los niños,
allí donde la lluvia es negra
una noche sin estrellas.
Y yo aquí con mi arcilla
elaborada sobre un volcán
esperanzada y oscura
conquisto un vuelo de pájaro
un hilo incierto que llega
hasta el no lugar…
el disco de oro cae como un secreto.


Posteado en Facebook el 24/05/15

domingo, 10 de mayo de 2015

absinthe o la fee verte


Abro mis párpados.
Es de nuevo la mañana clara cuando todo inició.
Luego la tarde tibia, luz tenue y dorada.
Cierro mis ojos.
Había algo de sol en invierno.
Sus ojos, su cabello como el cielo,
tarde transparente como una marquesina sin color.


párrafo del poema Absenta de Juan Alberto Corrales, poeta costarricense

Juan José Saer



La orfandad me empujó a los puertos. El olor del mar y del cáñamo humedecido, las velas lentas y rígidas que se alejan y se aproximan, las conversaciones de viejos marineros, perfume múltiple de especias y amontonamiento de mercaderías, prostitutas, alcohol y capitanes, sonido y movimiento: todo eso me acunó, fue mi casa, me dio una educación y me ayudó a crecer, ocupando el lugar, hasta donde llega mi memoria, de un padre y una madre. Mandadero de putas y marinos, changador, durmiendo de tanto en tanto en casa de unos parientes pero la mayor parte del tiempo sobre las bolsas en los depósitos, fui dejando atrás, poco a poco, mi infancia, hasta que un día una de las putas pagó mis servicios con un acoplamiento gratuito —el primero, en mi caso- y un marino, de vuelta de un mandado, premió mi diligencia con un trago de alcohol, y de ese modo me hice, como se dice, hombre.


fragmento de el entenado - 3ª edición - Seix Barral, 2002

sábado, 9 de mayo de 2015

Celia Clara Fischer


La poesía
se explica
como un día
               con la madre
un día de otros tantos días en su casa
es verano
ella está en la cocina
               y yo en el jardín
la veo      no me mira
qué hace
               no sé
hay un rebaño
               de compromiso entre
                          nosotras.


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