sábado, 18 de octubre de 2014

Hasta ahí nomás - Mario Capasso


Dice Cortázar en su artículo Realidad y Literatura en América Latina:

"Y cada día que pasa me parece más lógico y más necesario que vayamos a la literatura -seamos autores o lectores- como se va a los encuentros más esenciales de la existencia, como se va al amor y a veces a la muerte, sabiendo que forman parte indivisible de un todo, y que un libro empieza y termina mucho antes y mucho después de su primera y de su última palabra."

porqué cito a Cortázar? porque me tiende un puente hacia mi lectura de esta obra

La literatura no es algo funcional, sin embargo modifica la mirada del lector. En el caso de la microficción, y ésto lo he conversado con amigos poetas y microficcionistas, y más o menos todos nos ponemos de acuerdo en un punto: la linea que la separa del poema  es casi imperceptible. Y la poesía es ese lugar donde el lector ejerce su derecho a completar al autor.

Además: éste libro de microficciones en particular,  está escrito por Mario Capasso que ya de por sí es un autor que desde cualquier tipo de narrativa que aborde, conduce realidad y ensoñación en una misma traslación. llevándonos de la mano hacia sus historias, soltándonos y dejándonos circular libremente por ellas, pero siempre, de un modo o de otro, y por eso digo que el autor es quien conduce en una suerte de paternidad, siempre nos vamos a encontrar con una realidad y un punto de fuga de esa realidad,

Así nos encontramos con que para Capasso "el asombro" es un personaje que camina, habla, busca, resiste como un hombre: El asombro, con los ojos bien abiertos, durante el transcurso de un día soleado a más no poder, atravesó el umbral, cerró la puerta de su guarida y salió dispuesto a ver qué pasaba de nuevo en el barrio.

En "la imagen" hay tanta realidad, que el protagonista, al no soportarla, busca el olvido, desenfocando, como aquel personaje de una de las películas de Woody Allen: Después del primer trago, trató de concentrarse en el espejo ubicado detrás del mostrador. Quería verse representado en él: reconocerse en la imagen, su propia imagen allí reflejada. Al principio le costó bastante. No lograba enfocarse. Parecía que la imagen tuviera vergüenza, o temor y procurara borronearse.

En "el perro" un hombre sigue a un perro durante muchas cuadras pero en el medio de un breve fragmento nos encontramos con la disyuntiva: el hombre sigue al perro o lo imagina?, el hombre imagina al perro o el perro lo sueña?: lo imaginó dándose vuelta para el lado en que se sentía más cómodo y acurrucándose entre los trapos que le daban ese calorcito que tanto le gustaba, que desde siempre lo hacían sentir bien, que cada noche le facilitaban la entrada al sueño en el que un hombre lo seguía durante muchas cuadras.

En "la puerta" un hombre simplemente entra a un dormitorio, pero... escuchen: En una zona especialmente trabajosa, mientras manoteaba con fuerza para abrirse paso entre la vegetación, advirtió que por suerte la luz del velador, que alguien había dejado encendida, lo ayudaba a guiarse entre los árboles y las plantas, que parecían cubrirlo todo, salvo ese caminito que ahora él pisaba con un entusiasmo renovado y que poco a poco iba dejando atrás, al igual que iba dejando atrás la pesadilla en la que él mismo se veía envuelto en una especie de follaje que se le había metido en la habitación.


Premio Edición Luis Di Filippo - 2014 (Asociación Santafesina de Escritores)




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