martes, 10 de octubre de 2017

Daniel Rafalovich

niño, de pie

Niño, de pie,
sobre la escalera de caracol,
asomado al ventanuco.
Cae el sol;
las chapas incandescentes de los techos
comienzan a contraerse.
Decenas de gatos
de miradas esquivas
y pelajes raleados
acuden al rito.
La sombra del tanque de agua
semeja una almena derribada.
El niño, múltiple la mirada
y la fascinación,
en puntas de pie,
atisba el hueco de la escalera.
Luego, otra vez, la pequeña ventana.
Y declara abolidas
la insoluble realidad
y sus rutinarias perspectivas.

Estoy perdidamente enamorado de esta brisa
que me abraza, me refresca,
  me dilata.
¿Habrá a esta hora
alguien pescando en el oscuro río,
    a solas con su red
      y su farol?
¿Habrá alguien poblando los vagones
        trepado a una botella,
        vegetando, se diría,
        en su vigilia?
¿Qué soñarán, en esta hora,
         los monjes en sus celdas?
El último de ellos
¿irá por los corredores
     apagando las luces

           lentamente?.

5 comentarios:

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