jueves, 28 de junio de 2018

cóndor - María Casiraghi




IV

Esta mañana, somos iguales
extranjeros
y americanos
esperamos la misma revelación
hombres y mujeres
buscando en la atmósfera
energías que ya no da la tierra.

Todos juntos, promiscuos
y apunados
por desear la altura del tiempo.

Niños que aún creen
que saltando llegarán a Dios.

VII

Vienes a pedirles paz

peregrino entre peregrinos.

Todos traemos un olor
lo arrojamos al vacío
y rogamos a ellos
que se acerquen
a olfatear nuestra cáscara
indolente.

Que ronden y ronden
estos despojos
que nos saquen la piel
y la destrocen
de una vez

que nos dejen también
sobrevolar
nuestra muerte

que se lleven las ampollas
y nos dejen los caminos.

            La memoria es carroña
            si el que vuela más alto es un buitre.



XVI


Prueba a fijar tus ojos
en los suyos

los cóndores pactaron
un armisticio con el tiempo
en cambio, tú
que siempre estás en guerra
            cierras y abres
            abres y cierras
            tus párpados

señal que temes haber muerto.

Parte 2

VII

Lo primero que se llevan
es el corazón
abren al muerto
y le quitan lo que siente
para que olvide
para olvidar también.

Después
lentamente
durante horas
comen
sólo las entrañas
dejando el resto
para el hambre de otro animal.

Carroña y carroñero
una misma sustancia
nutriendo con ausencia
sus corazones mordidos.

En próximas vidas
en futuros paraísos
se extinguirán los cuerpos,
y la única materia
la única carne
será el viento.

Parte 3


I

Hubo un plan

meticuloso
preciso

para amputarle el cielo
a los cóndores jóvenes

escuadrones de la muerte
a toda velocidad
cortajeaban el aire
con tijeras del tamaño de un cuerpo

pájaros dormidos que iban a morir al mar
y en los Andes
ni se enteraban
los viejos pájaros
que sus crías eran blancos de muerte en las ciudades
y que el mar se tragaba sus cadáveres vivos

seguían su rutina
anidando rocas perennes
daban de comer a sus bocas codiciosas
el fuego que duerme en los volcanes.

En los países del sur
en sus páramos celestes
bandadas de cóndores
furiosos como rayos
llegaban tarde
desapareciendo
a los ojos de los dioses.


Crías del sol
traicionadas
por la sombra del sol.


EPÍLOGO DEL CLARIVIDENTE


¿Te diste cuenta
que la estela que deja el cóndor
es más blanca
que la de los aviones
perseguidos por la distancia?

¿Te diste cuenta
que siempre detrás tuyo
va tu viaje?

Triste de verte sobre el suelo
aferrado a tus opciones
pendiente de los límites físicos
como si no pudieras
igual que el cosmos
reventar
y nacer roca
para que te rocen aunque sea, te rocen sus alas
y en el roce aprendas a perder tu cuerpo
y goces del ritmo
y gimas
cuando entres a ese instante.

¿Te das cuenta?

Era sólo cuestión de enamorarte
                      antes del estallido

            y después cerrar los ojos.

de Cóndor, Alción Editora

miércoles, 27 de junio de 2018

Mariana Finochietto


2

En el piso de la casa de mi infancia
de prolijo establo de madera,
un agujero,
hijo de un nudo de algún tronco, 
regía el universo.

Allá abajo, 
donde el hueco se expandía,
contaban de un sótano en la tierra
que fue cava 
alguna vez.

Yo lo dudaba.
Con la sabiduría de los chicos
presumía
que en lo subterráneo, 
lejos de las luces que mamá
encendía, 
latía, agazapada, 
una oscuridad
más honda que las otras.

Cada noche
de muchas noches de mi infancia,
las pasé tirando papelitos
a ese enorme vacío
que fue mi primera idea de la soledad. 

31

Te vas,
gastándote de a poco, 
borrándote despacio
como en esas polaroid
de los setenta
donde nos buscamos, 
inútilmente, 
perdidos
en la bruma.
Te vas porque es ley
que debas irte.
Te voy a extrañar,
como han extrañado
todos los hijos de la tierra.

Ojalá
que donde vayas
haya un río
donde naden
bagres
que se entreguen al anzuelo,
pero por dios,
que no te resulte
demasiado fácil.

que vas a tener
caballos cerca,
siempre con la montura lista
para cuando yo te encuentre. 

48

¿Dónde el azul
que ardía en mi memoria
con la furia 
del linar al sol?

¿Dónde el río
que guiaba
la crudeza
de la hoja en blanco?

¿Dónde el lenguaje
pronunció significados?

Lo que nombro me evade.
Huye de mí
como los pájaros de la tormenta.

Todas las palabras dicen
la muerte de mi padre. 

de La hija del pescador - Editorial La Magdalena, 2016

martes, 26 de junio de 2018

Raquel Jaduszliwer


Lo extraviado

Hubo un tiempo, se ha ido
se ha ido interminable con los grandes sucesos
se dice que ninguna cosa conservó su sombra
que ningún ser vivo conservó su razón
que mucho se ha extraviado
temporada de los grandes sucesos
arremetida de las divinidades

LA PROPULSIÓN VIVIENTE
el empeño que come su pan duro
¿ no es bastante castigo ese techo vedado
ese cielo que brilla como una promesa?

Ah, ese bloqueo del paso, del pasaje
¿cómo es que nos han hecho asi, tan desolados
tan de barro paciente y de imposible?

Mala época

Acá se cruza un pájaro con las alas desiertas
hace mucho que ha roto con el ángel
ya nada lo emparenta a ese exiliado leve
que camina de incógnito entre las multitudes
acá se cruza un pájaro con las alas desiertas
con su pico profundo
con su plumaje sordo y con sus ciencias ocultas
acá se cruza un pájaro terrible

FINALES DEL INVIERNO
se irán las grandes lluvias
sobre todas las cosas vuelven los días benévolos
llegan con ellos los resucitados
regresan por sus huérfanos

preguntan: ¿quién dijo que estos hielos son eternos?
¿quién dijo que estos hielos son la cima de Dios?

Los adioses

Ese vaivén de ramas
ir y venir de la memoria al viento
ese vaivén de ramas lleva y trae
así es como se suelta en el rumor
el pensamiento


de Las razones del tiempo - editorial lisboa - 2018




lunes, 25 de junio de 2018

Laura Ponce



Soy una mujer básicamente solitaria.
Soy una persona, sobre una base de mujer básicamente solitaria.
Lo solitario me habita, me construye. Y me propulsa.
Me propulsa hacia un afuera, que busco (por momentos), que
habito (por momentos) y del cual me retiro (a veces, de manera intempestiva) para volver a ese núcleo que me habita y me construye.
Así, soy. Así, puedo ser.
En el sentido de límite y de condición de posibilidad de ser..
(Mis amores, sabrán entenderlo. Y mensurarlo.)

"¿Y no será acaso/ mi corazón
un animal de intermitencias
-ese animal que corre detrás del pulso de las cosas- ?
Hay algo del orden de la pena
que agazapado siempre salta:

¡Ah, saber y ser feliz, sabiendo!"

                         
                                          -----0------


Vivimos en el borde de las cosas
buscando vanamente no tocar el dolor.
Creemos que los bordes son una suerte
de corredor/ esa distancia que nos pone a salvo.
Lo cierto es que en los bordes reside la tiranía de las cosas;
ellas ejercen allí y sólo desde allí
su pequeño y mortífero poder: obligarnos a seguir su forma.

Corro a la par de la sombra de un pájaro que vuela:
no soy pájaro, no soy sombra/ apenas
me sujeto a la plumosa decisión de un ala,
al vaivén azaroso de la luz.

¡Si yo pudiera entrar en el temido corazón de la cosas!


la mujer omnímoda

Soy la mujer omnímoda el ojo del desastre
la que crea la noche porque su párpado cerrado
la que sutura el tiempo y lo desgarra.
Devenida longeva y eternamente joven
así concebía yo el paso de los años/ casi
como un collar que va sumando vueltas
como si fuera el tiempo no más que una distancia.
No calculé empero, algunos desvaríos que el tiempo
trae aparejados. Y advierto ahora
que acallé sus voces ignoré sus presagios
los reduje a episodios.

Habría bastado con decretar la inexistencia de las cosas.

Cerrar los ojos. Ejecutar la noche.


La mujer omnímoda - ediciones la mariposa y la iguana- 2018