sábado, 24 de diciembre de 2016

Fabio Cardarelli


no fui justo,
me deje arrastrar una vez por esa llama que
encienden los huesos abandonados y erré
al leer la noche
el rigor de sus símbolos
debí permanecer agazapado a los cuerpos tibios
en los caprichos de la sangre
pero la urgencia maquilla el pensamiento libre y tal vez
nunca lo sea
como no lo fui hoy
ni este mes ni estos años
la justicia es un animal feroz acariciable
y en la inclinación desprolija de la bascula
beso el sueño árido de los enterradores
donde yacen los cuerpos que no amé
y sí
no amé bien hoy
ni este mes ni estos años
debí entrar en los cuerpos hasta romperlos
salirme de la cabalgadura donde la nitidez del foco
obtura lo inasible
como un golpe que espanta las moscas
un disparo al mismo corazón cuando
reúna mis partes
y dándole a cada una placeres desparejos me pregunte
si fui justo alguna vez
como un pájaro ciego chocándome
los muros y el follaje
tal vez

tal vez

jueves, 15 de diciembre de 2016

Laura Wittner


El peso

Que me pese el pelo. Eso para empezar.
Si no no sé quién soy, qué cosas pienso.
¿Cómo inclinar un punto la cabeza,
cómo encarar la luz con la presbicia
si no peso, si el pelo no me pesa,
y de ahí para abajo ya me hago traspasable,
ya dudo en consistir?
No hay forma.
No se justifica
la tendencia actual a sacar el volumen
porque con el volumen se va el peso,
¿no lo ven? ¿Y qué somos?
Livianos como pollos,
con el pelo erizado,
sin ancla, sin memoria,
como diciendo ¿doblo acá
o seguimos derecho?


martes, 13 de diciembre de 2016

Luis Alberto Ruiz


Oscuro ombligo de la madre 

                                                                                                    a Luis Sadí Grosso

Yo nunca estuve con ustedes.
Apenas fue un fantasma seco ese que alzó la copa,
el que usurpó una sangre bastarda y duradera.
Traje desde mi vieja muerte usada tantas veces
el oficio letal del infinito.
Baco estaba naciendo cuando mi lengua ciega
ya aprendía el demencial idioma de los lagares
burbujeantes
donde el monstruo del vino abre sus venas de serpiente.
Yo habité muchas pieles,
en las alas desplegadas de las palomas
miré el vuelo del viento,
y en la dormida cabellera de una lejana amante
miré al trasluz la virgen escritura de la Poesía,
el calendario lento, piadoso, de las lágrimas,
y el secreto de la sangre de los hombres que renacen
de sus cenizas:
ese misterio que en las noches lunares se transforma
en rocío,
y se vierte como un espejo derretido y lluvioso
sobre los rostros roturados por el sueño.
Yo nunca estuve con ustedes
que dicen vivir entre los agrios y dulces combates
de los días;
el nombre siempre pálido de dos fechas brumosas.
Soy el espectro eterno del comienzo y del fin,
porque mi carne es algo que se va y que vuelve
entre el Este infinito y el esplendor poniente
de la sangre.
Por eso nunca supe si era dolor esas venas volcadas
a las tardes,
pero sí que era amor una muchacha, como un cántaro caída
sobre el pasto
donde vagaban entre flores la espuma de los ángeles
y la música.
Esta errante memoria que ha venido a posarse entre
las sienes
me renueva esa imagen tan dulce que cubría la tierra
en una tierna tarde de los días pasados y perdidos.
No he querido volver, pero me siento
un esclavo sumiso de la resurrección.
Los secretos demiurgos pueden volverme piedra
o árbol,
pero más duro es perpetuarse en hombre,
ese fantasma de la vida que ya temió la luz
cuando yacía en la tiniebla irrepetible del útero.
Un perdurable olor a Edén
nos hace ser amados por esas larvas luminosas
de interminables cabelleras;
el que mira a través de unos claros cabellos de mujer
puede atisbar el mar de la locura.
Los párpados eternos también se secan como flores.
La lengua que me dieron junto con la respiración,
muy pegada al ombligo de mi madre,
yace partida atrozmente bajo el paladar oscuro
del silencio.
A veces un nombre parpadea en los labios
y los ojos abiertos
sólo alcanzan a ver el fantasma veloz de una mujer
que se pierde en el confín.
Cada vez que regreso a la tierra no hago más que
buscarte,
amargo ombligo de mi madre.
Busco memorias de lo que no conocí;
cada tenaz recuerdo es un retorno
a la negra y vacía cavidad del origen.
Me han mentido una madre;
algún viento espiral me arrancó de una tribu de copos
vagabundos,
y una bruja de doble pupila
rompió mi cáscara de llanto.
Un hoyo sobre el suelo
es el hueco tumbal donde se nace,
donde más tarde se hunde como un sarcófago vacío
la interminable fugacidad.



Fuente: Carlos Nuss en Facebook
imagen: Norma Frigerio

sábado, 22 de octubre de 2016

Dolores Etchecopar


al alba mataron una oveja los palos de la casa

tan pronto dimos a luz el grito
dentro de él comenzamos a vivir

se mataba cerca del agua que bebían los pájaros

¿te acuerdas?

algo imperioso que no existìa

una gota de odio
descendió
horadó la gratitud

vimos las patas del poema

quienes por un instante caminamos
sin defendernos del secreto infinito

quienes vivimos allá
en el viento
en su breve misericordia

¿te acuerdas?

vivíamos

con algunas moscas
y un silencio en el corazón
que provenía de los caballos

el hachazo no se vio
entró por las hojas y los pájaros
el grito destemplado del chimango
durante años y sin darse a conocer
alguien le dejó su sangre intranquila
es mujer dijeron
sorprende que así
toreada por la muerte
se sostenga
     su balido de oveja negra urgido a salir
      por la boca del matarife



cuando trago saliva
trago la sustancia que me hiere
trago a mi madre y a mi padre
trago los horrores del mundo
el silencio de los vivos
trago el consuelo del aire
el esplendor y la sombra del corazón
lleva tiempo y miedo la cura de los árboles
que detienen un infierno con las hojas
lleva tiempo y miedo ir con las ovejas al llano
donde se pierden los Pastores

mientras en un filo del mundo peligra el hilo
que nos une las almas
y sin devoción se muere el canto inexplicable
a oscuras lengua mía qué harás   dime   qué harás
con esta piedra
con esta luz

de El cielo una sola vez - Dolores Etchecopar 
hilos editora 2016


lunes, 3 de octubre de 2016

programa 6 - 10/09/2016



emisiòn del programa 6 "un caos lúcido" conducido por alicia b. pastore en el espacio "desde el arte" de Helios Buira por arinfo
En esta oportunidad el invitado es Mario Capasso
se difundieron los audios:
1) Carta...Buenos Aires, 15 de Noviembre poema de Jorge Bocanera en la musicalización e interpretación de Alejandro del Prado
2) la cerveza del pescador schiltigheim, poema de Raúl Gonzalez Tuñón (musicalización e interpretación: cuarteto Cedrón
3) el colibrì y la flor (anónimo) ensamble folclòrico Miel de Caña
4) estrella de otoño (Daniel D' Amico - Tito Villagra) ensamble folclòrico Miel de Caña.

Acompañò el programa como fondo musical Adios Nonino de Piazolla, ejecutado por Daniel Barenboim

miércoles, 14 de septiembre de 2016

Rapsodia ensamble de voces (antología)


La explosión fue relámpago/y la visión,/reveló eso inconmensurable que abre/al hombre/dentro de su desierto - Mariano Benitez

Ir hacia alguna parte con extraños      leves contactos con quienes uno llega a compartir un micro en una noche de viaje tormentoso y titilante - Maria Lyda Canoso

un ritmo adentro acelera/el aire que entra y sale/para que casi no toque/no aliente/el hueco interior - Valeria Cervero

Un recuerdo compartido/ una sonrisa destapada,/ un secreto sutil,/y queda solo/  el instante - Elizabeth Cutini

mi madre nos ve en casas de infancia/ -su fortaleza es enorme- pienso/ habrá que volverse niños/ para verla reir en la plaza - Alejandra Díaz

Reconocí también sin muchas vueltas/ el poder limitado de mis remos, la primitiva construcción de mi barca./ Pero fue irresistible,/ contra toda predicción,/ emigré. - Ester Herzleviken

Me despiertan golpecitos de luz/pequeños latidos del viento/ huele a limón/ en la ventana no hay pájaros/ solo azahares. - Flora Levi

El viento parece arrastrar a la noche, sugiere el día./ Doble movimiento donde lo imposible exhibe sus transversales huellas, sus resecas costras que al removerlas sangran - Bea Lunazzi

ha conseguido el otoño/quemar el alma de las cosas/inútilmente preguntará/ por qué la luna/ -ayer nomás-/ cabía hermosa/ en el poema - Jonatan Marquez

Esta noche hay un triángulo perfecto/ los giros se ciernen sin ayuda/ los cuerpos se mecen informes/ como todo en derredor/ el tallo se me duerme. - Carolina Massola

La hechicera viaja a su ocaso/ Quizás estalle en pedazos anárquicos/ quizá descubra esta máscara/ miserable disfraz que golpea/ todos los contornos del inframundo. - Silvana Merlo

Una antigua sed/me regresará a la tierra/ serás un ebanista/ y yo/ me propagaré árbol/ si no alcanzo la talla/ seré una puerta arrumbada/ en el sótano de tus penas - alicia b. pastore

hay huecos que acribillan/ un abrir y un cerrar siempre cerrar de puertas/ el abrigo inútil del domingo en el sol de lo que ya no es verano - Eugenio Polisky

¿porqué siempre/ parecen mayores los contenidos/ cuando se derraman?/ cuando ya no están/ cuando vuelcan y no callan/ cuando el corazón ya no late/ a pesar de su queja - Dolores Pombo

Como las lágrimas de un árbol de cenizas/ como la lengua de la mantis que de rodillas mata/ como la elíptica sombra de los tristes,/ hay años triángulo equilátero/ armónico y feliz de su base que son todos sus lados - Ana Russo

Rapsodia, ensamble de voces - Arpegio Edición Especial Aniversario - ediciones El Mono Armado 2016


domingo, 10 de julio de 2016

Luis García Montero


Canción 19 horas

¿Quién habla del amor? Yo tengo frío
y quiero ser diciembre.

Quiero llegar a un bosque apenas sensitivo,
hasta la maquinaria del corazón sin saldo.
Yo quiero ser diciembre.

Dormir
en la noche sin vida,
en la vida sin sueños,
en los tranquilizados sueños que desembocan
al río del olvido.

Hay ciudades que son fotografías
nocturnas de ciudades.
Yo quiero ser diciembre.

Para vivir al norte de un amor sucedido,
bajo el beso sin labios de hace ya mucho tiempo,
yo quiero ser diciembre.

Como el cadáver blanco de los ríos,
como los minerales del invierno,
yo quiero ser diciembre.



Bajo la luz quemada...

Bajo la luz quemada,
tienen frío los ojos con que buscas
estas horas de octubre
y su jardín manchado de ginebra,
hojas secas, silencios
que de nosotros hablan al caerse.

Porque si ya no existe,
aunque nadie se ocupe de sus solemnidades,
hay noches en que llega la verdad,
ese huésped incómodo,
para dejarnos sucios, vacíos, sin tabaco,
como en un restaurante de sillas boca arriba
ya punto de cerrar.
-Nos están esperando.

Nada sé contestarte,
sólo que soy consciente de mi propia ironía,
porque el hombre es un lobo también consigo mismo
-Nos están esperando.

Negras y en alto, buitres silenciosos,

nos esperan las nubes en la calle.

Leonard Cohen



Esperando a Marianne

He perdido un teléfono
que olía a ti

Vivo junto a la radio
todas las emisoras a la vez
pero capto una nana polaca
la capto entre la estática
se desvanece yo espero mantengo el ritmo
viene de vuelta casi dormida

Acaso tomaste el teléfono
sabiendo que yo lo olfatearía inmoderadamente
tal vez hasta que calentaría el plástico
para recoger hasta la última migaja de tu respiración

y si no piensas volver
cómo ibas a telefonear para decirme
que no piensas volver
para así por lo menos Poder discutir contigo


Cielo

Los grandes pasan
pasan sin tocarse
pasan sin mirarse
cada uno sumido en el gozo
cada uno en su fuego
No tienen necesidad
el uno del otro
tienen la más profunda de las necesidades
Los grandes pasan

Registrados en algún cielo múltiple
grabados en alguna risa sin fin
pasan
como estrellas de diferentes estaciones
como meteoros de diferentes siglos

Fuego inalterado
por el fuego que pasa
risa inatacada
por el confort
se pasan los unos a los otros
sin tocarse sin mirarse
necesitando saber tan sólo
que los grandes pasan

Por qué la experiencia no es la maestra de nada

No el mío -el cuerpo que te prometieron
está enterrado en el corazón
de una máquina inutilizable
que nadie puede detener o poner en marcha.

¿Yacerás con él? Podrás cavar hasta muy profundo-
escapar de una o dos Leyes- ver un relámpago
de luz. Jamás
llegarás a acercarte al corazón.

Yo lo intenté -soy el mismo- resultó lo mismo.
Quería que mis sentidos enloquecieran.
El relámpago no era más que una luz ordinaria.

¿Acaso nada podrá mantenerte aquí, mi amor, mi amor?

viernes, 8 de julio de 2016

Rafael Vásquez



El poema

Rastro de la palabra que no siento
como esperable y lícita condena;
que no es prisión ni angustia ni cadena
sino el cauce abisal del pensamiento.

Porque en la letra cabe y es sustento
de la vida que pasa, de la pena, 
del amor que no dura, de la buena
felicidad que aguarda su momento.

Rastro de la palabra y su escritura,
toda la voz al fin, la desmesura
de indagar al espejo de la suerte.

Y entre tanto, la página vacía, 
la indecisión errática y baldía
que anticipa la sombra de la muerte.

La casa de mi abuela

El patio y sus canteros
¿plantas o flores?,
las baldosas seguras después de la cancel
y un triciclo tan fuerte que sabía
mandar los recorridos de la infancia en el patio.
Macetones con flores,
algún perro en el fondo, seguramente un árbol.
La casa de mi abuela con un piano y dos tías
todavía solteras
para cuidar ausencias primerizas
hasta el regreso de mi madre.
En las fotografías
que nunca vuelvo a ver están los rostros
que la muerte dejó para la pena.
Viejas anotaciones
o cartas
o recuerdos
dan ese tinte sepia, borroso, del pasado.
Ya no quedan testigos
                                        ni el lugar
                                                           y la sombra
me crece desde adentro como una despedida. 

La noche sin abrazos

para Enrique Bossero

Uno puede dolerse. Pero de qué nos vale
si otros van sin sentirlo
en la piel, en el beso o en la voz apagada;
en la semana triste o en el día sin cuidados;
en el diciembre angosto que no supo aferrarlo,
ese mes tan exacto que se llevó consigo.
No conozco a sus hijos para ir a despedirlo
ni pienso en los adioses sin respuesta.
La muerte no sostiene más que adioses
y nada me convence.
Porque está en sus poemas.
Fue una amistad bien corta pero fuerte
de acercarnos lo escrito y su sonido.
Ese sentido extraño en otra música
que supo compartir sin egoísmos. 
En esas cartas breves que se mandan
ahora
sin timbre ni cartero, por el aire,
nos prometimos un encuentro cierto.
Y ya no hay nada cierto. Su recuerdo
baja desde la noche sin abrazos.

de Pequeñas muertes, provisorios olvidos - Ediciones El Mono Armado 2016

martes, 5 de julio de 2016

Estela Zanlungo


En un extremo de la noche
que no retorna nunca
un hombre hace infusión de mí:
trama hace
de esta que escribe
y huye.

Jala de la razón
él
mientras yo me desnudo
como al descuido
para torcer la soga
que nos enreda
blanco
hacer
en el centro de los ojos.

Con la primera luz
el siempre da la espalda
para volver con la mano escondida
y mi nombre sabiendo
en su boca
a lengua muerta.

 -:-


Se está incendiando el bosque.
En algún sitio hay humo
pero lejos;
aquí
las madres llevan a sus niños
de la mano,
esperan antes de cruzar,
y los miran perderse
en el patio de la escuela
con la tranquilidad del que ha puesto
doble llave.
Mi vecina baldea la vereda
temprano;
deja correr el agua
como queriendo mantener a salvo
este pequeño rincón del universo.
Alguien se ríe fuerte
en una radio,
todos se ríen fuerte
se enciman de la risa
de un modo desquiciado
para que no se escuche
la estampida
de los que todavía creen
que se puede escapar.
Porque se está incendiando el bosque
y sin embargo
la mañana
baja amarilla aún,
sobre los fresnos de mi barrio
e ilumina las tejas
con cierta ligereza de pincel.
Ahora que llega el tren
en llamas
hay que tener cuidado
y no dejarse confundir
por el sonido familiar
que pita
como si no pasara nada,
los muertos concentrados
cada uno en lo suyo
con los auriculares puestos.

lunes, 4 de julio de 2016

Adolfo Zutel


Alguien

alguien quiere vivir aunque no pueda
y respirar burbujas y agonía
ser valle alfombra alambre desazón
despertar aunque el párpado esté abierto

alguien quiere reir gritar absurdos
y repartir tormentas en pedazos
liberar el dolor la fantasía
alguien quiere abrazar
alguien no quiere

alguien espera que la piel resuelva
amontone acaricie queme sea
alguien nace o es sed o arena o muelle
alguien es barco
alguien es deriva

alguien camina
alguien sólo es piedra
afila cava desespera brota
alguien llega
alguien se desborda se hunde se diluye
vuela

alguien ama    no ama

alguien intenta    a veces

alguien quiere escribir

alguien no puede

de si alguien no escribe un verso - Ediciones del Dock 2002

Manos

que se diga que son manos sin manos
manos sin dirección
sin límites
que se piense que nunca acariciaron
que no pueden amar
que se derrumban
que se diga que no pueden abrigar una flor
un perfume
cambiar pañales
escribir un poema
una carta
vivir una canción
que se sientan heladas aumque imploren lo cálido
que se vean blancas y negras aunque ella las perciba cósmicas
manos sin camino
sin río
con inquietud y soledad y abandono
sonrisa violación
manos con vuelo sin alas sin aire sin consuelo
sudario clavos hueso

manos que esperan y saben
que ya no

de de las manos (libro dedicado a las doctoras Eloísa y Elida Isasi que atienden a mujeres afectadas de esclerodermia, enfermedad mutilante de las manos- Ruinas circulares 2008

Rubén Reches


... Su tema es la vejez y la infancia, pero sobre todo, su tema es el presente que "hace entrechocar sus helados hierros"; su apariencia inexpugnable contra la que no puede mucho el ser humano que se desgasta sin él: fuera del tiempo real, rodeado de muertos y desaparecidos...

Fragmento de la contratapa de Jorge Aulicino

Moribundo...

Moribundo: antes que vengan a coser tus párpados,
antes que el falso nudo se deshaga en el pañuelo
y que las ondas desaparezcan del agua,
querés repetirte con fuerza -como quien memoriza-
el nombre del lugar en donde estuviste y del que te vas.

Pero ya no lográs saber que fue esa zona
que vos creías tan imperial y populosa
como el país de nada del que, aún viajando, siempre sos 
               ciudadano.
Ante tus ojos ya más de carne que de vidrio
tu única migración se ha reducido a unas palabras
               empobrecidas y a una pieza.

Ahora que vienen a coser tus párpados
podés correr a gusto por toda la tierra de tu memoria,
pero no te basta eso para determinar qué fue esa luz que te
               parecía sola e infinita,
qué esas estrellas, ese humo, esas dos manos tuyas,
qué ese acordeón y esa madre.

Ahora te parece posible encerrar a toda aquella variedad en un frasco;
Ahora te parece que podrías ver todos los mares, todos los
               árboles y las fiestas
con solo mirar una vez a través de un orificio del diámetro 
               de un clavo
practicado en tu tumba.
Pero igual querés gritar de una vez el nombre de la gota de
               la que empezás a caer,
por un desafío parecido al que hincha las venas
del hombre de nuez y de brazos desnudos, 
de pié en ese arrabal de esferas, 
que vocifera y vence a otros con palabras;
pero no podés, no podés, moribundo.

Incluso ahora que estés muerto, cuando vuelvas
a tu larga costumbre de no ser nada,
en el instante luego del último punto dado a tus párpados,
recordarás, sí, cada uno de tus milenios idos
y tendrás la exacta clarividencia de todo tu inagotable
               porvenir,
pero este episodio ínfimo de luz aun del pasado se borrará.

Y no vas a gritar el nombre de la pintada selva
que -última lágrima o fruta inmensas- todavía pende de tus párpados,
ni te erguirás para el rasguño inesperado al cielo,
en tanto que lo que no sabés nombrar se arranca 
               pausadamente de vos, 
desprende de toda tu piel un ala,
y ya no temés que la mariposa esté naciendo,
ya ni la querés nombrar,
ya no sabés, no sabés que dejás, qué se te va, moribundo.

de Poesía reunida - Ruinas Circulares 2012

domingo, 3 de julio de 2016

Leopoldo Castilla - Era el último planeta que cantaba


…Ha percibido una intencionalidad oculta que recorre el mundo, y se prolonga en la palabra, la que a su turno la modifica. Frecuenta los viejos caminos de la analogía, matriz del estructuralismo y la teoría de conjuntos; como un cabalista judío, griego o cristiano que descubre identidades cambiantes, coincidencias significativas, opuestos, paradojas. Graciela Maturo.

El amanecido

A Maximiliano Witte

¿qué estaré siendo yo de este lugar
que ha parido la presa de su carecía?
Entenado de mis muertos
llevo una flor a su caridad
para que vuelva en mí esta comarca,
pero es tarde,
el cielo envejeció
y el espacio ha crecido demasiado.

He gozado todos los sonidos,
me he dejado llorar
por ojos difuntos,
he besado a mi época en la lengua
y a esta altura
soy el cielo de mis fornicaciones
y la intemperie donde flameo, inhumano.

Entro a la tormenta de la casa vacía
y lluevo largamente,
con la copa en las raíces,
asfixiado por el aire,
y, enguantado por mi oscuridad,
pudro mi leña,
eyaculo el escenario,
pierdo los papeles, tacho la luz,
lastimo la función.

Los otros no saben que están dentro
de un día que no amaneció,
el que no amaneció,
el que me he robado
mientras del suero de mi cerebro
se amamantaba la noche
cuando yo tiraba mis huesos al aire
y ni la muerte los reconocía.

Tengo dentro
un salto de pájaro espantado,
un niño helado en su futuro,
un camino que no deja de ir
y un árbol inmóvil
soltando frutos oscuros.

No hay contemplación: mi limosna es mi cuerpo.
Ya no me sirve el universo
                                   ni le sirvo yo.

Hacia una luz inválida se va el día.
Y no me lleva.
Donde yo duermo, trinan como perras,

                                   mendigas las palomas.

Visor Libros 2016