martes, 30 de septiembre de 2014

Laura Giraldez

                                  
la mirada

                                la imagen es terminante, tiene la última palabra.
                                    

ciega
tropiezo

destierro
la mirada del tiempo

deshilvano los ojos
cae la vanidad

desnudez

En el nu-dolor
desentierro mezquindades
combaten los despojos
emergen estrategias
doblego vallas
atrinchero la palabra

en el nu-dolor
des-alambro tormentos
des-ocupo tristezas
des-armo miedos

me des-nudo.


IV (serie mandalas)

decomiso
silencios enjaulados
elimino su raíz
alambro en-torno
fibra-labras
las sumerjo las tiño
hilo-giro-aliso

su centro
en urdimbre

atrapa sueños.

arpa rota en la lluvia - Miguel Arteche Salinas



Cuando la lluvia tenue detiene los recuerdos
sobre el mar solitario; cuando el tren ha pasado
dejando en los durmientes sus metálicas furias;
cuando tiembla el almendro tocado por los muertos;
cuando la breve música te borra las distancias
y silencioso escuchas que tu cuerpo ha partido,
que sólo estás en otro cuerpo que te recuerda,
vibra tu mano rota mordida por la lluvia.
Murmullos de la muerte, que ascienden lentamente
por tu cuerpo deshecho, hace brotar la lluvia,
cuando alguien pisotea tu cabello extendido

y tu ramaje yerto poblado por el viento.

lunes, 29 de septiembre de 2014

ignorancia - Yoli Fidanza


Cada día descubro una ignorancia nueva
a pesar de los libros leídos y no leídos
no conozco cosas que deben ser muy simples.
Escuchadora de trinos en los amaneceres,
veedora de aleteros, ignoro
si en un desierto helado
o en una playa ardiente
van a morir los pájaros.


domingo, 28 de septiembre de 2014

despojos I - Felipe José Issa



una vértebra solitaria
yerta en el naufragio de Atlántida

la mano que se llevó mi amigo
en ese viaje sin permiso
sólo, en un sur de promesas
quizás aún espera verme llegar
y tendérsela

la otra mano empuñando dejé para siempre en la selva
esperando al Comandante
para retomar la senda

un brazo fundido en su cintura cimbreante
danzando todas las quimeras
hasta morir
un pié mudo en la trampa del camino
que no me dejó seguirla
cuando ella soñaba

el muslo columnado bajo el peso de Baalbek en ruinas
para que el sol no muera
y abrigue Heliópolis

un hombro en Valparaíso
para que descanse el Vate
mientras sueña
allá en La Sebastiana

el pecho donde lloran mis muertos
aún está en el campo de la última batalla
eso me dijeron...

del cuello tenso quedó colgando la Cruz
con sus vanas esperanzas
la garganta seca en los desiertos de sal

me espera El Dante...
dejo un rostro que buscó razones sufrires conquistas
en las puertas del Infierno
"lasciate ogni speranza voi ch´ntrate"

sólo salvé el corazón
que llevo al Paraíso
"I´amor che move il sole e l´altre stelle"

lluvia y rimmel - Marcela Predieri



Los puños se clavan a las sábanas
su boca mordida
                la queja apenas

Él la ama así
                muda
ella lo sabe
por eso enciende la luz frente al espejo
                 y para salvarse
                    para no morir
se abre toda rouge y sangre
                  en una mueca sola

Ella no obedece luna alguna
se recorre sola
                  penitente
masturba su imagen
y adicta a su herida
                  llora puñaladas

Él quiere encender eternidad
                  en su ombligo descalzo de mujer
recorre esa aridez
                  y la envuelve
hasta hacerla trapo paloma y tanto beso

Mientras 
                  ella se somete a su antojo
pubis esclavo bajo esa lengua de bronce
y su matriz espina pájaros
                  bajo los brazos de la lluvia

La noche avanza
con tatuaje de ébano en los ojos

porque ellos se aman así
                  a pura lágrima
                      contra la pared en fuga

y cuando despierten
ella sacudirá
                  de la sábana al sol
esos puños de acibar

Lydia Alfonso - Ella en el tiempo y otras soledades y naufragios


Lydia Alfonso estructura su libro en series en las que Ella (epìtome de su alter ego que la interpela), la reemplaza pero no la sustituye, utiliza verbos activos; lee, escribe, para dar a conocer su intimidad más profunda. 
Sus versos depurados traman una red sonora de cuya textura y tono lacónico emerge su particular universo poético en el que despliega multívocos campos semánticos de cuño existencial: el amor, presente no solamente en las dedicatorias, sino también al interior de los textos, la soledad, evocada con dignidad y rigurosa obstinación en "la casa vacìa" y "la silla vacìa", ecos nostálgicos por una ciudad que ya no es, "en el buzón", que dilata sus días y no la reconoce, la memoria y la muerte, esa presencia que late desde el primer día. 

fragmento del prólogo de Alfredo Luna



sin regreso
                                                                                          
                                                                               a Ernestina Elorriaga


ella se sienta frente a su sombra triste
y le desviste las algas del último naufragio
ella sabe
que no hay regreso al sitio donde bebió aquel vino 
                                                                del dulce amor
los barcos y los trenes han partido 
                                       llevando a bordo todo su equipaje



Tú ya no eres tú

                                                                  a Hugo Francisco Rivella

Porque en este cuerpo escondes
tu pasado, tu atrás, 
los largos días que no vuelven,. 
Allí la sombra mora, 
los recuerdos de otros cuerpos, 
las búsquedas, los signos
de haber estado en sitios que no sabes
en qué mapas buscar,
o en qué estrellas
que ya no brillan más.

Tú ya no eres tú,
no la que habita este cuerpo,
esta presencia viva en el espejo
que sonríe, como si ignorara
la tristeza infinita
de haberse extraviado en el camino.

el árbol del baldío

a veces pienso que llora soledades
que no lo habiten pájaros
nadie le pida sombra y el otoño
año tras año lo desvista de hojas
y le amarille el alma
                       y la hermosura

ella en el tiempo y otras soledades y naufragios - Alción Editora - 2014



jueves, 11 de septiembre de 2014

génesis - Jorge Paolantonio


nadie sabe qué dijo la comadre
cuando contó
que no quedaba y el marido
a punto de irse
con una virgen enana

nadie sabe cuánto rezó para quedar
ni cómo el vientre le creció de golpe
en un estruendo de limas y abalorios
margaritas y puntillas

quería que le nazca una niñita
para cantarle nanas
rezaba en catalán
mientras la lluvia mojaba las acacias

nadie sabe del diario prometido
que jamás escribió
si al final parió un varón
y empezaron a escapársele los ojos
en el lodazal de la creciente

de "del orden y la dicha" ediciones ruinas sucursales, primera reimpresión: abril 2014