domingo, 30 de marzo de 2014

Claudia Ainchil

País

Porque vivo en un país que llega
se disipa
es relato melancólico
hoguera escandalosa habitándonos
y partiendo raudamente al subsuelo de la nada
a ese látigo a ese Olimpo desarmado...
Porque respiro en un país
donde existen espesuras
queriendo ser bosque
inagotable pan
balanza para todos.
Porque cierta expresión de duda
a veces me acompaña
adhiere letargos y sombras
arrabal tanguero
descomponiendo adioses a medida.
Porque los enigmas se acumulan
en un hombro
en el otro
con la impunidad de la repetición,
sin embargo, siempre existe el sin embargo
hay lealtades
utopías
alguien que espera
hay ventanas
alguien a quien esperar.

De Remolinos a bordo 2003


Rumeando 

La poeta escribe
mini letras o universos quizás
los subraya bañando musgos
y tambores
esparciendo cada aliento
la memoria silba
el obrero se levanta temprano
cruza ciudades
la poeta obrero en una construcción vidriada
el destino apremia
observa partículas acumuladas
que no fueron contempladas
por los sin tiempo
carteles rotos adheridos
cierta decoración de itinerarios embrujados
cuando el mecanismo del edificio se habita
por humanos
en un rectángulo abierto unos dedos
aprisionan el calor…
la ciudad flotante alejada del sudor jornalero.

Asoma de pronto. Un vacío.

blog de Claudia Ainchil

Alfredo Fressia


CALLE RONDEAU 

Fue cuando descendía por la calle Rondeau,
ocupo mi cuerpo como si él fuera un arcano.
Supe que entre el exilio
y la sinuosa ceremonia del exilio
huye el poema, resbala
Rondeau abajo
y yo lo sigo, lo acecho
hasta llegar al mar como a un destino.
Le hice tantas preguntas, sentado
al borde de los muelles. Me miro
los pies descalzos mientras oigo
mis preguntas deslizarse a mis espaldas
sobre la certeza silenciosa de los rieles
y la respuesta de los durmientes.
Practiqué muchos años
la ceremonia del té
y ahora desciendo la calle Rondeau,
soy recóndito, llevo
los hijos que no tuve arropados bajo el saco.
Los protejo de ese viento del mar
que hunde en la bruma el viaje persistente de los genes.
Sólo después cruzaré Agraciada
y tendré que reconstruir la calle Rondeau,
como si volviera a los nísperos de la infancia
o los del insomnio. Correré
sobre el cordón de la vereda
y pasarán la zapatería La Molicie,
la ferretería La Fuerza del Destino,
la marmolería El Pensamiento,
y Cecilia me contará de la carbonería La Venus de Milo,
la vez que la asustó el camafeo gigante.
Yo sabía que alguien me acechaba,
alguien me observa frente al mar
porque soy y seré sin para qué, soy
más allá de la gracia de un Dios
y de las obras, como los corales
que no existen en la bahía
de Montevideo,
o como yo mismo
que tampoco existo
bajando la calle Rondeau
por mi cuenta y riesgo
sin otra red para saltar los años
y la calle Agraciada
sino este amuleto que compongo,
como si fuera un poema,
entre el té y las rosas té,
la íntima ceremonia de los rosales
hundidos en el mar
adonde hoy llego como la noche,
como los siglos,
como Antonio Luis Cortés Varela
y María Angélica Zambroni García
llegaron en un tren del 10 de mayo de 1966
para que él la besara, y después mamaba
en sus senos antiguos,
la asía con sus brazos
tensos de obediencia y mundo, apretaba
la palanca del tiempo,
cavaba con el pene, con los dedos, con la boca
como para hundirse en un tiempo
sin tiempo en que flotaba,
tal vez el mismo vientre, o aun antes,
y lloraba
de placer, decía,
lloraba frente al cuerpo
intransponible y dócil
y el coral del semen se le abría
para entregar la semilla que si germinara
haría nacer al mismo hombre
que baja la misma calle Rondeau,
siempre el mismo, desde la caverna
o antes. O desde las bóvedas de la ciudadela,
adonde ahora me refugio, acuno
a mis hijos no nacidos
y me abrazo a las rodillas
de todas las estatuas en la Estación Central
para que no me expulsen, ni impregnen mi tierra con sal estéril
ni maldigan otra vez mi estirpe
por las siete generaciones
que vigilan mi poema

y vuelva a cumplir mi ceremonia.

miércoles, 26 de marzo de 2014

Ale Mendez


EN CORO

El puño de la tarde se abre
en semillas de luz multiplicada.

El sonido no es
solo una constante.

Bajan de a una las lianas liláceas
como lágrimas
en coro de los pájaros.

Cardenal amarillo en mi pecho
es el campo

Un animal sediento,
un dios,

un amante.

de Tarde Abedul - La pulga renga 2014

domingo, 23 de marzo de 2014

Juan Carlos Vidal


Las nubes no saben por dónde llover
y el aire huele a descargas eléctricas.

La sangre como es lógico
se ha disuelto en el río.

Su miel removerá el lecho hasta asentar
el sedimento que de los sueños se desprende.

De cada estrella cuelga una sonda
una extensión de dos veinte voltios
en cuyo espectro los ojos ven cruzar
translúcidos viaductos.

Todo es organismo.

Acá una arteria ahí una fronda
allá el barrial de su emoliente.

En un expandir y contraer de pulsos
todo es siembra.

Sobre las aguas flota el material ligero
según su flora es arrastrado a la deriva.

La propia hélice desciende en sus escalas.
La sola orilla es una noche y lo guarnece.

Los ojos no saben por dónde llorar
y el aire es del relámpago una prisma.

Todo es deidad o algoritmo.

La sangre como es trágico

es su cabal torrente.

http://www.lasiega.org/index.php?title=Juan_Carlos_Vidal

Sara Castelar Lorca


No habitan los cuerpos en esta dimensión del aire,
los muros contienen la respiración de las semillas
y su destiempo abierto a la nostalgia.
Se ofrecen las cumbres horneadas por el sol,
se ofrecen las cumbres en su dimensión oblicua
de tierra y sementera,
pero todo el poder descansa en lo pequeño,
en lo imaginable de lo pequeño

en su interminable brote.

---

El condenado a vida,
el solitario hereje que roza su silueta con la luz del acero,
con el interminable aroma de la estación perdida
y hallada en la memoria, en su gesto de árbol,
en su arbórea tristeza de líneas imposibles y escozor de agujas.
La revelación es recia, rotunda:
toda orfandad es un lugar de paso.

http://ginebramagnolia.wordpress.com/

Roxana Miranda Rupailaf


Me tiemblo de mirarte ausente
y de sentirte
en las bocas que no eres.
Deseo el olvido como a la carne
en la mandíbula
de tigresa.
Mi despedazado,
sangre chorreante,
tibios miembros que muerdo
trozos que arranco y devoro

sin saciarme.

---

YO, PECADORA

Confieso que le he robado el alma al corazón de Cristo,
que maté a una flor por la espalda
y le disparé a la cigüeña.
Confieso
que me comí todas las manzanas
y que suspiro tres veces
al encenderse la luna.
Que le mentí a la inocencia
y golpeé a la ternura.
Confieso que he deseado a mis prójimos
y que tengo pensamientos impuros             

                                 con un santito.
Confieso que me vendí por dinero.
Que no soy yo
y que he pecado de pensamiento,
palabra y omisión
y confieso, que no me arrepiento.

Agradezco a Cecilia Gonzalez Gerardi, a quien debo el haber conocido a esta autora y a


de donde tomé estos poemas


sábado, 22 de marzo de 2014

Horacio Pilar


La calle llega hasta tu puerta,
entro
cae bajo la lluvia
me desahogo
la sombra dentro tuyo se enfurece
y aparecen tus ojos como lágrimas.

Aquí estoy
no me eches
no me bajes la boca
mis pies sobre tu vida se fueron demasiado
y se volvieron locas mis manos sobre ti.

Aquí estoy
no me eches
que esas horas de viaje rendido, apretujado
no quedan más ajenos que peces en la red
como pedazos de hambre puesto a lamer tus manos.

No es la primera flor
este amor continúa creciendo como el brazo

de un ahogado en tus lágrimas.

domingo, 16 de marzo de 2014

Jorge Ariel Madrazo


 Y retorciéndonos de risa, escapamos anoche
(¿recuerdan, locos compañeros?) del hospital
de ancianos
(ah, volver a aquellas correrías, néctares
del verano)
Burlando a los guardias de corps, no bien
/clareó
raptamos cada uno a nuestra bella
/ colegiala
de falda cuadrillé tableada, la
ocultamos en los costurones
del poema.
Bien lo sabemos: éstos son
los tangueros espasmos del adiós, mas
no dejaré de abrazarte, mi Niña, no podrán
arrancarme
de vos,
de este
estremecimiento, esta obstinación
de anciano amador, esta humedad
que eterniza
costillas de tu almar
que me sumerge en tus senos, en tu
mirada me sumerge,
por los siglos de los siglos y
(Olvidé decirlo: la radiante aventura no fue
coronada con total felicidad
ya que
estas, mis memorias, borroneo
hundido en mi cubículo
del hospital de ancianos
castigado por viejo revoltoso
en un cepo castrador
y me han confiscado la foto tuya
ojos únicos los tuyos
que gritan y gritan volvé a
adorarme mi viejo
querido volvé a raptarme por favor
como ayer)


posteado hoy  por Jariel en Facebook

miércoles, 12 de marzo de 2014

Hugo Toscadaray

El muerto

Cuando caiga,
decididamente cuando caiga
podrán revisar las rutas del vino
las huellas del tabaco
los tatuajes del orgasmo
los tótems gigantescos de cada derrota.

Cuando caiga,
decididamente cuando caiga
habrán de hallar un sendero de pequeños guijarros
o migas de pan o trazos de orina
que conducen a esa ninguna parte de la desolación
que habité a los gritos.

Cuando caiga,
decididamente cuando caiga
observando con paciencia, comprenderán, quizá,
los malos humores (de los que no conozco arrepentimiento)
las largas ausencias
los excesos
la fragilidad encubierta
y ciertas maneras que guardaba la tristeza
al desplomarse en mis hombros.  

Sin embargo, si quieren conocer, en verdad, mi corazón
tendrán que mirar a través del agujero en mi frente
porque allí detrás, en el hueco abierto de la nuca
encontrarán un océano de islas, estrellas y duraznos
y verán aquello que quise ser pero que, decididamente,
se tragaron las lluvias y los días.



(de Elogios y otras intemperies – 2012)

Luis Benitez


la pregunta

¿y el ocaso rompiéndose en oro rojo,
inmutable, más allá de la historia de la poesía
de Oriente y de Occidente,
el ocaso de oro rojo,
inalcanzable, el rojo de un astro roto
fracturado contra el borde del mundo,
¿eso que es lo único y lo primero, en lo que veo?
Cuando auténticco y entero, 
acá, aunque se haya vuelto casi la noche,
acá en los versos lo requiero.


sábado, 8 de marzo de 2014

Concepción Bertone


invierno

la mujer de la bata gastada
barre las hojas de la vereda
ajena a la mirada que la denuda. Barre
una llamarada de hojas de fresno
y enciende un fósforo
para que el fuego 
la apague

jueves, 6 de marzo de 2014

Leopoldo María Panero




un audio de Villo Argumanez

Rosa Machado


el reto

Parirás con dolor dicen que dijo
el pan de cada día comerás con sudor
pero los ojos asombrados
el corazón abierto
la cabeza en el cosmos infinito

es la paga.