miércoles, 22 de octubre de 2008

"Una historia de la lectura" (Fragmento) Alberto Manguel

"Una historia de la lectura" es un trabajo de investigación contado en forma amena y prolífera por un inagotable Alberto Manguel, quien nos lleva a través de sus páginas al conocimiento del desarrollo de la lectura en las diferentes épocas desde la escritura cuneiforme hasta nuestros días. Los siguientes son dos párrafos elegidos entre los muchos que me hubiera agradado traer:


"En los libros -escribió De Bury- hallo a los muertos como si estuvieran vivos; en los libros preveo las cosas que sucederán; en los libros se ponen en marcha asuntos de guerra; de los libros surgen las leyes de la paz. Todas las cosas se corrompen y decaen con el tiempo; Saturno no deja de devorar a los hijos que engendra: toda la gloria del mundo quedaría enterrada en el olvido si Dios no hubiera proporcionado a los mortales el remedio de los libros" (Nuestro autor no lo menciona, pero Virginia Woolf, en un trabajo escrito en sus años de estudiante, se hacía eco de la opinión de De Bury: "He soñado a veces -escribió- que cuando amanezca el día del Juicio y los grandes conquistadores y abogados y juristas y gobernantes se acerquen para recibir su recompensa -coronas, laureles, sus nombres tallados de manera indeleble en mármol imperecedero -el Todopoderoso se volverá hacia Pedro y dirá, no sin cierta envidia, cuando nos vea venir con nuestros libros bajo el brazo: *Mira, estos no necesitan recompensa. No tenemos nada que darles. Les gustaba leer*")



"Que un libro no exista (o no exista aún) no es razón para desentenderse de él, como tampoco haríamos caso omiso de un libro sobre un tema imaginario. Se han escrito volúmenes sobre el unicornio, sobre la Atlántida, sobre la igualdad de los sexos, sobre la dama oscura de los sonetos de Shakespeare y sobre el joven igualmente oscuro. Pero la historia que este libro recoge ha sido especialmente dificil de captar; está compuesta, por así decirlo, de sus digresiones. Un tema llama a otro, una anécdota trae a la mente otra historia en apariencia sin relación alguna, y el autor sigue adelante como sino le preocuparan ni la casualidad lógica ni la continuidad histórica, como si definiera la libertad del lector en el proceso mismo de escribir sobre la lectura. Y, sin embargo, en este aparente desorden existe un método: el libro que tengo delante no es solo la historia de la lectura sino también de los lectores corrientes, de los individuos, que a través de las edades, prefirieron determinados libros, aceptaron en algunos casos, pocos, el veredito de sus mayores, y en otros rescataron del pasado títulos olvidados o colocaron en los estantes de sus bibliotecas a los elegidos entre sus contemporáneos. Esta es la historia de sus modestos triunfos y de sus padecimientos secretos y de la manera en que se sucedieron esas cosas. Cómo ocurrió todo ello está minuciosamente detallado en este libro, en la vida diaria de unas cuantas personas corrientes, rastreada aquí y allá en nuestras memorias familiares, historias de ciudades y descripciones de la vida en lugares distantes y hace mucho tiempo.

lunes, 6 de octubre de 2008

"Que me palpen de armas" Oscar Martinez

Creo en el amor como en la experiencia más maravillosa de la existencia, como generador de toda clase de alegrías. Y en el amor correspondido, como la felicidad misma. Pero no fui educado para él, ni para la felicidad, ni para el placer. Porque fui advertido malamente contra la entrega y el gozoso abandono que supone.Cada día, entonces, todavía es una ardua conquista, una transgresión, una desobediencia debida a mí mismo, una porfía. La laboriosa tarea de desaprender lo aprendido, el desacato a aquel mandato primario y fatal, aquel dictamen según el cual se gana o se pierde, se ama o se es amado, se mata o se es muerto. La vida, por tanto, no me ha endurecido, ese sea tal vez mi mayor logro. Que me palpen de armas. Dejo a un lado, si es que alguna vez tuve o me queda, toda arma que sirva para volverse temible, para someter, para acumular, para ser poderoso, para triunfar en un mundo de mano armada, en el que la felicidad se compra con tarjeta de crédito. No quiero que la lucidez me cueste la alegría, ni que la alegría suponga la necedad o la ceguera… Pero no me es fácil, me cuesta vivir a contratiempo, con la sensación de ser testigo de un desatino histórico gigantesco, de un extravío descomunal, tan irracional, absurdo o desolador como la bomba de neutrones. No entiendo al mundo. Me parece, como dice Serrat,que ha caído en manos de unos locos con carnet. Me siento ajeno a la debacle, pero en el medio de ella. Mi vida es apenas un instante en el océano del tiempo y es como si quisiera que ese instante fuera sereno y hondo, en el medio de una ensordecedora discoteca o de un holocausto definitivo, siempre a punto de estallar. Me desazona la banalización de la vida. El pavoneo de la insensatez. El triunfo de la prepotencia y de la ostentación. La deshumanización salvaje de los poderosos, la aceptación y el elogio del “sálvese quien pueda”. La práctica y la prédica del desamor y de la histeria. Me descorazona la idiotez colectiva. La idealización de lo superfluo. El asesinato de la inocencia. El descuido suicida de lo poco que merecía nuestro mayor esmero. El desconocimiento o el olvido de nuestra propia condición. Me conmovió, no hace tanto, que el cosmólogo Sagan, en un artículo extenso, escrito como desde un punto perdido en el infinito del espacio desde el cual el mundo se observa como una bolita cachuza, terminara diciéndonos: “Besen a sus hijos". Escuchemos a esos hombres, sigámoslos. Leamos a los poetas, no permitamos que el misterio de la existencia deje de estremecernos cada día, porque es el costo más alto que podemos pagar por nuestra necedad y nuestra omnipotencia. La vida de un árbol merece nuestra devoción y nuestro más grande regocijo; al amparo gozoso de su sombra, acariciados por la tibieza de la luz del sol y arrullados por el sonido mágico e irrepetible de su follaje, mecido por la mano invisible del viento, estaremos a salvo de la alienación y de la orfandad; siempre y cuando seamos capaces de apreciar esa gloria mientras nos sea posible de reconocer en ella nuestra mayor riqueza. Que la muerte no nos hiera en vida, que la ferocidad no nos pueda el alma. Que nada troque nuestra dicha de estar despiertos. Que una caricia nos atraviese como una flecha jubilosa y radiante. “Besemos a los que amamos. Amémonos”.

viernes, 3 de octubre de 2008

"Mi vida en la música" (Fragmento) Daniel Barenboim

Fue dificil la elección de un párrafo de esta autobiografía de Daniel Barenboim. Mi admiración por él me impedía separarme del concepto de que lo que escogiera debía referirse a su gran calidad humana. La misma dificultad me mostró el camino: Barenboim no habla sobre sus virtudes porque está ocupado reconociendo la generosidad de los otros. Con esta nueva pauta, pude elegir uno de sus tantos elogios a compañeros y amigos músicos que dicen mucho más sobre su persona que lo que yo (erróneamente) estaba buscando.

"...Desde el principio existió una afinidad especial entre Zubin y yo. Es probablemente, la única persona que se convirtió muy pronto en mi alma gemela y ha seguido siéndolo desde entonces. Nos han unido muchos acontecimientos, sobre todo relacionados con Israel. Fue no sólo muy conmovedor sino también admirable que, en 1967, cuando estalló la Guerra de los Seis Días, cancelara todos sus compromisos y volara a Israel, simplemente para estar con sus amigos, lo cual nos incluía no sólo a Jacqueline y a mí, sino también a sus amigos de la orquesta. Sus sentimientos con respecto al Estado de Israel han sido un permanente leitmotiv, tanto en su vida como en la de la Filarmónica de Israel.
Para mí Zubin Metha es, además, el primer y principal ejemplo de alguien que ha internacionalizado la música, en el mejor sentido de la palabra. A través de Zubin comencé a interesarme por una gran cantidad de música que no conocía, en especial de ópera, y también la de Strauss y Bruckner. Zubin procede de una familia de origen parsi. Los parsis son un pequeño grupo minoritario (son sólo cien mil en todo el mundo) y son partidarios del zoroastrismo. Se cree que son descendientes de Ciro, el rey persa que deolvió la independencia y la libertad a los judíos en Israel. Tenemos aquí a un indio que estudió en Viena y que no sólo ha logrado identificarse casi por completo con la música occidental, sino que además es uno de los directores actuales más eclécticos, que se siente tan cómodo con Wagner y Strauss como con Puccini y Verdi, en ópera, para no hablar de su amplio repertorio sinfónico. Es muy cosmopolita y encaja bien en cualquier sociedad.

"Soy mi padre" Luis Colombini

Soy mi padre
un nudo soy
la mano que nos damos como un nudo.

Soy
el corazón detenido de un destierro
y la voz de él soy.

Soy mi padre
el vestigio de saber que nunca más
en la imagen del exilio definitivo.

Soy los dos
cerrando la piel hasta el último círculo.

Soy mi padre
y los muertos de mi padre
y también todos los muertos que no conoció.

Soy la noche más sola
en el efímero abrazo de mi padre.

De dioses, exilios y otras desesperaciones (2007).


http://versosobreverso.blogspot.com

"Cómo arreglar el mundo" Gabriel García Marquez

Un científico que vivía preocupado con los problemas del mundo estaba resuelto a encontrar los medios para aminorarlos.
Pasaba días en su laboratorio en busca de respuestas para sus dudas. Cierto día su hijo de 7 años invadió su santuario decidido a ayudarlo a trabajar.
El científico nervioso por la interrupción le pidió al niño que fuese a jugar a otro lado.
Viendo que era imposible sacarlo, el padre pensó en algo que pudiese darle con el objetivo de distraer su atención.
De repente se encontró con una revista en donde había un mapa con el mundo, justo lo que precisaba. Con unas tijeras recortó el mapa en varios pedazos y junto con un rollo de cinta se lo entregó a su hijo diciendo: como te gustan los rompecabezas te voy a dar el mundo todo roto para que lo repares sin ayuda de nadie.
Entonces calculó que al pequeño le llevaría 10 días componer el mapa, pero no fue así. Pasadas algunas horas escuchó la voz del niño que lo llamaba calmadamente. Papá, papá, ya hice todo, conseguí terminarlo. Al principio el padre no creyó en el niño. Pensó que sería imposible que a su edad hubiera conseguido recomponer un mapa que jamás había visto antes.
Desconfiado el científico levantó la vista de sus anotaciones con la certeza de que vería el trabajo digno de un niño.
Para su sorpresa el mapa estaba completo. Todos los pedazos habían sido colocados en sus debidos lugares. ¿Cómo era posible ?¿Cómo el niño había sido capaz de hacerlo? De esta manera el padre preguntó con asombro a su hijo
- Hijito tú no sabías cómo era el mundo ¿cómo lo lograste?
Papá respondió el niño, yo no sabía como era el mundo, pero cuando sacaste el mapa de la revista para recortarlo vi que del otro lado estaba la figura de un hombre. Así que di vuelta los recortes y comencé a recomponer al hombre que sí sabía como era. Cuando conseguí arreglar al hombre, di vuelta la hoja y vi que había arreglado al mundo.

lunes, 29 de septiembre de 2008

"El concepto de la angustia" (fragmento) Sören Kierkegaard



En uno de los cuentos de los hermanos Grimm se relata la historia de un mozo que salió a correr aventuras con el solo fin de aprender a horrorizarse. Dejemos a este aventurero que siga su camino, sin preocuparnos ahora de si llegó o no llegó a encontrar algo capaz de infundirle espanto. Lo que si quisiera dejar claro es que esa es una aventura que todos los hombres tienen que correr, es decir, que todos han de aprender a angustiarse. El que no lo aprenda, se busca su propia ruina: o porque nunca estuvo angustiado, o por haberse hundido del todo en la angustia. Por el contrario, quien haya aprendido a angustiarse, ha alcanzado el saber supremo. El hombre no podría angustiarse si fuese bestia o ángel, pero es una síntesis y por eso puede hacerlo. Es más, tanto más perfecto será el hombre, cuando mayor sea la profundidad de su angustia. Esto no debe entenderse en el sentido de una angustia por algo exterior, por algo que está fuera del hombre, sino de tal manera que el hombre mismo sea la fuente de la angustia.

sábado, 6 de septiembre de 2008

"Comprobación de la poesía" Gustavo Esmoris

vertical
por mil causas
la poesía existe
el hombre la conduce como puede
sobre el urgente contorno
de sus tragedias
Dolorosa génesis
con solitario testigo
la poesía
creánme
de verdad existe
aunque esta noche no sepa muy bien
que hacer
con ella

http://www.palabravirtual.com/

martes, 2 de septiembre de 2008

"ángeles de rotundo culo" Carlos De Bella

Carlos De Bella es un amigo al que hace años no veo. No obstante, en algunas fechas nos saludamos por correo electrónico. Hoy no logré comunicarme y es su cumpleaños... Confío en que "un caos..." lo encontrará y le alcanzará mi cariño de siempre...

Recuerdo que cuando era pequeño mi madre al despedirme por las noches me decía:-¡Que descanses y sueñes con los angelitos! -
Desde entonces siempre desee encontrar ángeles. Pero de verdad, en la realidad, en la calle quizá, en la vida. No diría que era una obsesión pero sí un deseo.
Pasaron muchos, muchos años hasta que ¡este domingo encontré dos! Ni yo mi mismo lo podía creer, pero sí eran ángeles.
Bueno, ellos me dijeron que lo eran.
Ocurrió en una feria de pulgas a la cual voy siempre; para mí era un tenderete nuevo, ellos luego dijeron que estaban allí hace tiempo. Como siempre en el lugar hay mucha gente, camino y dejo vagar mi mirada, si algo la atrapa me detengo. Eso pasó hoy en el puesto de la esquina oeste, bajo un toldo improvisado de gasa blanca, había ¡plumas! ¿solo plumas? Pero, plumas raras, expuestas ordenadamente sobre un terciopelo rojo.
-Son plumas de ángeles -dijo una voz.
Entonces levanté la vista y les ví. Eran dos... no, era un hombre y... no, eran... bueno no se como decirlo.
-¿Así que estas son plumas de ángel? -pregunté.
-Tal cual, puras plumas de ángel -me contestó el de la derecha.
-Gracias - y me alejé.
En la feria estaba acostumbrado a ver los vendedores más estrafalarios y los objetos más inverosímiles, pero esto superaba todo. Avancé unos cuantos pasos y apoyado sobre una pared los miraba en diagonal cuando la gente que iba y venía me permitía hacerlo.
Eran rubios, de cabellos ensortijados, mofletudos, edad indefinida, sonreían beatíficamente a cuanto humano pasara por allí ¿hombre y mujer? No sé. Vestían una especie de poncho amplísimo por el que asomaban sus manos y cubría las formas de sus cuerpos, que se imaginaban voluminosos. Entonces se me ocurrió ¿Serán ángeles? ¿Este sería el momento tan deseado?
La feria se iba despoblando de paseantes, el frío a la caída del sol aceleraba el proceso. Ellos comenzaban a guardar las plumas en unos bolsones extraños como de piel de ante. Las tomaban delicadamente y me pareció que les hablaban muy bajo, ¡sí, como si hablaran con las plumas!
Me volví a acercar y entonces, ambos, me sonrieron como si nos conociéramos de toda la vida.
Realmente no les creo que sean plumas de ángel - dije con una sonrisa en mi boca.
-¡Qué lástima, pues así es!
-¿Y de dónde las sacan?
-¡Ah! Esa es una larga historia. Si Ud. nos espera que terminemos de guardar todo, vamos a sentarnos a algún lugar y le contamos.
Lo que siguió es muy difícil de repetir y de creer. Pero así fue.
Sentados a una mesa del café casi en penumbras escuché la historia más fantástica que nunca había oído.
Primero, que eran ángeles, esto lo decían con la naturalidad que un abeto diría ¡soy un árbol!.
Que venían de muchos lugares, de tiempos diferentes, que habían recorrido mucho mundo. No se quedaban en ningún lugar porque tenían problemas para trabajar, nadie quería emplearlos.
-¿Por qué? ¿Ustedes. qué hacen?- interrumpí.
-Por la sencilla razón de que nuestros... culos, perdón, son muy rotundos -dijo en un sonrojo uno de ellos y el otro asintió bajando la cabeza.
Entonces relataron que los ángeles trabajan posando para pintores, escultores, artistas que plasman la belleza humana y angélica. Que eso ha sido así desde todos los siglos. Como se necesita un modelo humano también esto ocurre cuando en la obra hay un ángel.
Al momento que se presentaban ante un artista y se desnudaban, recibían la misma contestación en diferentes tonos.
-¡Con esos culos no pueden posar!
Así deambulaban por diferentes países siendo rechazados una y otra vez, entonces se empleaban de meseros, equilibristas, barrenderos, vendedores de cometas y otros oficios, pero duraban poco, pues ellos querían que alguien los inmortalizase en una tela, en un mármol, y entonces seguían su camino.
Una vez comenzaron a trabajar para un fotógrafo, pero huyeron escandalizados cuando descubrieron que lo que pretendía era hacer tomas pornográficas.
Entonces llegaron aquí, pues les habían dicho que quizá en este país alejado se usaran modelos como ellos.
La ilusión duró muy poco, fueron rechazados visto que no tenían experiencia. Así fue que una tarde de domingo que estaban muy tristes llegaron a la feria y vieron la gente, los puestos, las cosas que allí se ponían y pensaron ¿por qué no ofrecemos plumas de ángel?
Un viejo que vendía sombreros antiguos les ofreció el puesto; él no podía utilizarlo por un tiempo, y allí se quedaron.Y desde entonces están felices, porque como no pudieron servir de modelos para una obra de arte, que alguien lleve una pluma significa que lleva una parte de ellos.
-¿Pero entonces... las plumas, se las...? -volví a interrumpir fascinado con el relato.
-Sí, pero no duele y vuelven a crecer fácilmente - dijo el que estaba más cerca de mí, al tiempo que levantaba la tela y dejaba ver un ala plegada cubierta de plumas pequeñas.
La noche ya había llegado, nos despedimos en la esquina porque estaban cerrando el café. Allá se alejaban calle abajo, moviendo acompasadamente sus rotundos culos.
En mi mano derecha sostenía una pequeña pluma que me habían regalado y todavía escuchaba su saludo: -¡Hasta el domingo, que descanse y sueñe con nosotros!

domingo, 31 de agosto de 2008

"De las cosas que pueden ponerse en duda" (fragmento) René Descartes

...Así pues, ahora que mi espíritu está libre de todo cuidado, habiéndome procurado reposo seguro en una apacible soledad, me aplicaré seriamente y con libertad a destruir en general todas mis antiguas opiniones. Ahora bien, para cumplir tal designio, no me será necesario probar que son todas falsas, lo que acaso no conseguiría nunca; sino que, por cuanto la razón me persuade desde el principio para que no dé más crédito a las cosas no enteramente ciertas e indudables que a las manifiestamente falsas, me bastará para rechazarlas todas con encontrar en cada una el más pequeño motivo de duda. Y para eso tampoco hará falta que examine todas y cada una en particular, pues sería un trabajo infinito; sino que, por cuanto la ruina de los cimientos lleva necesariamente consigo la de todo el edificio, me dirigiré en principio contra los fundamentos mismos en que se apoyaban todas mis opiniones antiguas...

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