Como se sabe, Norman Thomas di Giovanni tradujo al inglés la mayor parte de la obra de Jorge Luis Borges. Entregado a esa labor, estuvo, hacia el año 1970, residiendo bastante tiempo en Buenos Aires.
Yo lo conocí, ví como trabajaba y puedo asegurar que el hombre era inteligente, culto y capaz, y muy puntilloso en su tarea.
Por razones que ignoro, lo cierto es que la relación amistosa entre Borges y di Giovanni terminó por deteriorarse, y que el escritor argentino quedó resentido con su traductor norteamericano.
Por tal motivo, años más tarde consideró oportuno revelar cierta anécdota. Ésta se halla en las páginas 36-38 del volumen de Roberto Alifano El humor de Borges (Buenos Aires, PROA, 2000), lectura que, dicho sea de paso, me permito recomendar fervorosamente.
Borges y Alifano están conversando sobre el hábito de tomar mate, los errores que se cometen en su preparación, las ácidas consecuencias de una ingesta exagerada, etcétera. Ahora bien, el mate no solo es la infusión sino tamnién el receptáculo en que se lo bebe. La estricta ortodoxia puede adquirir diversas formas reprobables (un jarrito celeste, en el caso de don Isidro Parodi de los Seis problemas; un mate de madera, en el del autor de estas lineas; y hasta -horresco referens- un vasito de vidrio en los ejemplos más heréticos). Habla Borges:
- Yo tenía dos clases de mate, uno tipo galleta, y otro común, tipo jarrito. Ahora, caramba, he perdido ese hábito -se lamenta-. No me cae bien; aunque a veces suelo incurrir en algunos mates, quizá para despuntar el vicio, como decía mi madre.
Borges hace una pausa, ríe picaramente y sigue hablando.
- Yo no le conté a usted lo que me pasó con di Giovanni? -comenta-. Bueno, él había traducido un libro mío al inglés. En uno de los relatos hay un indio que queda moribundo después de una batalla; se arrastra hasta el degollador y pide que lo terminen de matar. Dice así: "Mate, capitanejo Payé quiere morir". ¿Sabe qué puso di Giovanni, en una llamada que hiso al pie del libro?: "Mate:infusión criolla que se succiona con un adminículo llamado bombilla". A mi me parece asombroso que no se diera cuenta de que lo que pedía el indio era que lo mataran y no que le cebaran unos mates... No sé, era como si pidiera una cerveza Quilmes o una ginebra Bols.
No puede negarse que la historia es graciosa.
Sin embargo, las cosas sucedieron de manera muy diferente.
Primero, les sugiero a los amigos curiosos que, en las obras de Borges traducidas al inglés por di Giovanni, busquen esa llamada al pié de la página, para verificar exactamente como es la cita.
En seguida les digo que fracasarán en su busca. No existe tal nota al pié debido a que no existe traducción de ese cuento al inglés.
Y no existe tal traducción al inglés debido a que jamás existió ese texto en español.
Mientras un segmento del cerebro de Borges exponía ante Alifano qué clases de mate tenía en su casa, otro segmento inventaba simultaneamente la realidad del cuento, el episodio, el capitanejo, su nombre, la súplica, la traducción al inglés, la nota a pié de página.
La alegría de improvisar, el gusto por la hipérbole, el placer del humorismo se aliaron en Borges para adjudicarle a su ex amigo di Giovanni un grado de estupidez y de ineptitud que este se hallaba muy lejos de padecer: un brillante ejercicio, en fin, de literatura de imaginación.
de El forajido sentimental de Fernando Sorrentino (Losada 2011)
Yo lo conocí, ví como trabajaba y puedo asegurar que el hombre era inteligente, culto y capaz, y muy puntilloso en su tarea.
Por razones que ignoro, lo cierto es que la relación amistosa entre Borges y di Giovanni terminó por deteriorarse, y que el escritor argentino quedó resentido con su traductor norteamericano.
Por tal motivo, años más tarde consideró oportuno revelar cierta anécdota. Ésta se halla en las páginas 36-38 del volumen de Roberto Alifano El humor de Borges (Buenos Aires, PROA, 2000), lectura que, dicho sea de paso, me permito recomendar fervorosamente.
Borges y Alifano están conversando sobre el hábito de tomar mate, los errores que se cometen en su preparación, las ácidas consecuencias de una ingesta exagerada, etcétera. Ahora bien, el mate no solo es la infusión sino tamnién el receptáculo en que se lo bebe. La estricta ortodoxia puede adquirir diversas formas reprobables (un jarrito celeste, en el caso de don Isidro Parodi de los Seis problemas; un mate de madera, en el del autor de estas lineas; y hasta -horresco referens- un vasito de vidrio en los ejemplos más heréticos). Habla Borges:
- Yo tenía dos clases de mate, uno tipo galleta, y otro común, tipo jarrito. Ahora, caramba, he perdido ese hábito -se lamenta-. No me cae bien; aunque a veces suelo incurrir en algunos mates, quizá para despuntar el vicio, como decía mi madre.
Borges hace una pausa, ríe picaramente y sigue hablando.
- Yo no le conté a usted lo que me pasó con di Giovanni? -comenta-. Bueno, él había traducido un libro mío al inglés. En uno de los relatos hay un indio que queda moribundo después de una batalla; se arrastra hasta el degollador y pide que lo terminen de matar. Dice así: "Mate, capitanejo Payé quiere morir". ¿Sabe qué puso di Giovanni, en una llamada que hiso al pie del libro?: "Mate:infusión criolla que se succiona con un adminículo llamado bombilla". A mi me parece asombroso que no se diera cuenta de que lo que pedía el indio era que lo mataran y no que le cebaran unos mates... No sé, era como si pidiera una cerveza Quilmes o una ginebra Bols.
No puede negarse que la historia es graciosa.
Sin embargo, las cosas sucedieron de manera muy diferente.
Primero, les sugiero a los amigos curiosos que, en las obras de Borges traducidas al inglés por di Giovanni, busquen esa llamada al pié de la página, para verificar exactamente como es la cita.
En seguida les digo que fracasarán en su busca. No existe tal nota al pié debido a que no existe traducción de ese cuento al inglés.
Y no existe tal traducción al inglés debido a que jamás existió ese texto en español.
Mientras un segmento del cerebro de Borges exponía ante Alifano qué clases de mate tenía en su casa, otro segmento inventaba simultaneamente la realidad del cuento, el episodio, el capitanejo, su nombre, la súplica, la traducción al inglés, la nota a pié de página.
La alegría de improvisar, el gusto por la hipérbole, el placer del humorismo se aliaron en Borges para adjudicarle a su ex amigo di Giovanni un grado de estupidez y de ineptitud que este se hallaba muy lejos de padecer: un brillante ejercicio, en fin, de literatura de imaginación.
de El forajido sentimental de Fernando Sorrentino (Losada 2011)
! JE..!
ResponderEliminarCANTAN LOS GRILLOS