Lo triste en él mejora lo cretino.
Perdió a su rosa y no con poca pena.
Sigue aún sin creer en la condena
de aquel ciego juez, que es el destino.
Al este, al norte, al sur, siempre versátil,
va la rosa encendida en su leyenda
de mujer amorosa y maleable.
Y, por mí, que la traten de volátil
o de enamoradiza, yo en la senda
donde la encuentro, a veces, vulnerable.
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