jueves, 7 de septiembre de 2017

Mario Bellatin



Pero regresando a los peces, en cierto momento también me aburrí de te­ner exclusivamente Gupis y Carpas Doradas. Creo que se trata de una de­formación de mi personalidad: me canso muy pronto de las cosas que me atraen. Lo peor es que después no sé qué hacer con ellas. Al principio fue­ron los Gupis, que en determinado momento me parecieron demasiado insignificantes para los majestuosos acuarios que tenía en mente formar. Sin ninguna clase de remordimiento dejé gradualmente de alimentarlos. Tenía la esperanza de que se fueran comiendo unos a otros. Los que que­daron vivos los arrojé al escusado, de la misma forma como lo hice con aquella madre muerta. Así fue como tuve los acuarios libres para recibir peces de crianza más difícil. Los Goldfish fueron los primeros en los que pensé. Sin embargo recordé que eran demasiado lerdos, casi estúpidos. Yo quería algo colorido pero que también tuviera vida, para así pasarme los momentos en los que no había clientas observando cómo los peces se per­seguían unos a otros, o se escondían entre las plantas acuáticas que había sembrado sobre las piedras del fondo.


de salón de belleza (Obra reunida) Mario Bellatin

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