Aquello que terminó
está sucediendo todavía.
Aquel amor que fue regresa.
Porque todo lo que lleva sangre o música
tarde o temprano se reanuda.
Pero cuidado.
Mi carne te conoce,
mis dedos caminaron ya cien veces
en la luz señera de tu cuerpo.
Y no es agua la sed.
No es clavar un puñal en el cielo
y desatar una tormenta.
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Me gustó mucho el poema de Calabrese. Es simple y contundente. Gracias, Helena.
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