Escritura que se desliza con la sutil ligereza, la atrevida
precisión de un bordado y velocísima en ráfagas de viento y luz, traduce la
fijeza de la pampa áspera en dimes y diretes, cabos sueltos y rabos
encontrados, chispas, fogonazos, fuegos lares, calma chicha, chicharras, noches
infinitas en el canto de los grillos.
Vanesa busca -y encuentra- la estrella de la síntesis, la
salvaje alborada, el resuello, la flecha del centauro en la constelación. Y nos
entrega un diamante, una diadema, una diáspora incumplida también. Un sueño que
va del polvo al polvo.
Como quería Martinez Estrada, mira con los ojos del que se
queda cuando el tren se va. Teresa Arijón
¿qué cosa es una cosa sin su dueño? una cosa suelta? una
cosa guacha?, vaya a saber que es una piedra, por ejemplo, que está o no está y
lo mismo da porque nos ignora; porque aún sin nosotros perdura y seguirá su
camino de piedra sobre nuestro cadáver; pero las cosas abandonadas andan como
sombras de lo que uno fue, son aullido que busca el nombre propio entre la
oscuridad; Don Mateo cree que es una piedra y cuando muera nos quedaremos y te
quedarás sin luz y sobrará otra casa. Esta casa ahora es de nadie, huérfana,
guacha, sin heredero, y posible es su destino de piedra, algún día el pueblo
entero será un cementerio de piedras, más grandes, más pequeñas, más redondas,
más bajas, más frías, más soleadas...
Cosas y casas sin alma deambularán su presencia en cada
noche/ noche que abarca al mundo sin voluntad ni propósito/no le soples la
vela, mandinga que ahí dio con nueva carta y papel
de Cómo sopla el serpentino cuando no canta el gallo,
Vanessa guerra
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