Hubo un puerto de membrillo,
un recuerdo de caricias, una rosa temblorosa
en la infancia sedienta de certeza.
Hubo piedad y silencio, un espejo deformado,
la muerte blanca, el olvido fatal,
la tierra y su vientre, la mugre de la guerra,
el deseo en la vigilia imaginaria del tiempo,
el amor y el destino que acechaba,
el viento de las rebeliones atravesadas por la locura
de una era inquisorial,
y la palabra que resiste, no entrega fácilmente
su jadeo en el torrente que viaja en el duelo,
en la danza del fuego, en el desafío que viaja,
en la niña que se mece en el columpio de la vida,
en el misterio de la verdad sin cielo
como rayo en fiesta de una poesía que se hace piel,
alumbra el momento,
créeme: que esto es
así!
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