a Carlos Fuentealba
y a la mujer que lo amaba
Arrodillada
sobre el agujero cruel
que se me traga
las voces de las hijas
las preguntas
que a sus trenzas atábamos
cuando todo era niebla
Aferrada
a la rama más débil
a su voz que me deja
al tapiz de esa música
que cunde bajo tierra
y fulgura
y me vence
Reposo
en la brizna sagrada de sus sueños
en mi brazo celeste que rodea
su cabeza estallada
en lo que pierdo
Yo guardaba
las cosas que decía
la hilera de sus pasos
su caricia de avena
entre los utensilios
por las dudas
Respiraba
del ritmo de su pecho
Alguna vez
tirados en el pasto tuvimos todo el tiempo
Ahora solo tengo
la argamasa que cede a sus latidos
tres temblores gemelos
y una camisa hueca
que humedezco de lágrimas
en un confín del mundo
enmudecido
Déjenme recostada en su costado
besarle los fragmentos
No hay ternura como ésta
que resista
los embates brutales de tal pena
Desangelada muerte
que se lleva a mi Carlos
Quiero oír el silencio
Más allá
del rumor de su sangre que me hiere
no queda más que viento
del libro “Si es puñal que me mate” Editorial Papeles de
Boulevard (Rosario-Argentina 2011)
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