sábado, 20 de junio de 2015

Héctor Miguel Ángeli



juicio oral

Vamos a ver:
estás aquí, sentado en un café
y escuchas las hermosas palabras
que te dicta tu inseparable compañera,
Esa Poesía que nunca sabes
si es una puta o una santa
aqunque no importa mucho
porque siempre es una mujer de noble corazón.
Analicemos:
las hermosas palabras no pueden ser reemplazadas. 
Esto implicaría una infamia
cuando caen sobre las fotografías del mundo.
Por ejemplo:
la cabeza cortada de un adolescente
rodando en el asfalto.
Sin embargo, esas palabras no sirven
para detener el esbirro
que mañana cortará otra cabeza.
Ahora bien:
la palabra es siempre una desesperada
en el crepùsulo del desierto.
Pese a sus fulgores,
no puede resolver sin la idílica sombra.
Una prueba:
¡pobrecitos los poetas!
Quieren ser útiles, salvar las armas,
luchar por todos contra el muro del vacío, 
pero la belleza siempre los traiciona.
¡Oh, sí, pobrecitos!
Última instancia:
la Poesía renace en una guarida de alucinados.
Conclusión:
se te va la vida
en lo que no dices y en lo que no haces.
Te queda, muy pequeña, la muerte.

Obsequio firmado por el autor, después de su lectura en "extranjera a la intemperie"


No hay comentarios:

Publicar un comentario

éste es un blog que no obtiene beneficios económicos. Comentarios publicitarios abstenerse, gracias,,,