lunes, 17 de agosto de 2015

Leo Mercado


Sagaz, silencioso, uno atraviesa la reunión, en puntas de pié. No es posible nombrar la ferocidad de la poesía, su peligrosidad exacta, su sutil advertencia. Sólo se trata de atravesar la reunión, sin más, presumiendo los gruñidos, las respiraciones hambrientas, el olor a sangre caliente; de empuñar la muerte como a una sutil provocación, y la sombra espesa, obtusa, que proyecta la soledad en los espejos cómplices de agua. Y llegar a la puerta de la providencial jaula, sediento, sin querer salir, con la sospecha imperfecta de habernos convertido en otro de los animales del poeta. 

(Leo Mercado. En el rubor de la selva Salteña, el día 03 de setiembre del año 2013)

extraído de la contratapa de Otros animales de Jorge Curinao

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