sábado, 18 de noviembre de 2017

Antología Aliberti 2da parte





Flavia Cosma

Sin rastros

El animal salvaje, menos salvaje ahora agacha
su cabeza en mis palmas.
En momentos de vigilia, casi somnoliento, se
olvida de las preocupaciones, cierra los ojos
relajando las orejas puntiagudas.
Su pequeño corazón no se sobresalta más frente
a cualquier crujido de hojas, cayendo bajo el frío
y la lluvia-
pasamos juntos un tiempo, como una eternidad
cuando todas las cosas se pronuncian tras los latidos
del corazón.
Luego, sacudiéndose como frente a una descarga
él sale moviendo su cuerpo, deslizándose a lo largo
y a lo ancho del camino.
El otoño lo atrapa sin dejar rastros.

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Gladis Márquez

el lugar

a orillas del milagro
un manantial de luna
Los brazos del amor,
La piel del amor
Inventé un corazón
para ese día
Tejí  mi noche con flores amarillas
Y en ese lugar
de vidrios rotos en mil  soles
dibujé el viento
con suspiros de placer…
pero, no sé como es allí
pues nunca estuve

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Graciela Licciardi

eros mundus

la muerte
pequeña bestia
silabea su gota
cae como un fruto impuro
viscosa
blanca
sobre el útero invencible
de la vida derramada
nada ha de engendrar

bestia pequeña y santa
como la piel de musgo
que se arrastra en el clítoris
etéreo movimiento de los cuerpos
que yacen inconclusos
momias laxas
sobre algo que fue un lecho
sobre aquélla gota lívida
que escapa
pequeña bestia
que la muerte
nunca va a perdonar

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Graciela maturo

El mar mece sus tumbas

Nadie conoce el juego.
De mi mano
Cae la pura arena, irrecibrable.
Miro la luz que crece en cada grabo
sola, mientras espero
las dádivas del mar.
Para nadie murmura
El casco delicado del caracol. Acaso
Trae el viento a mi frente copos de espuma y sal.
Piedras, picos de pájaros comparten un destino, viajan
hacia el olvido
hacia el mar, como el agua
que tiembla en mis cabello.

El mar mece sus tumbas sin lápidas, ajeno.

                            de Habita entre nosotros 1968

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Héctor Miguel Ángeli

Al pez de una pecera

Por la tríada cuenca de tu vidrio
Girás y girás la obsesión ceñida
Del artificio glauco a que te obligan.

Un gajo de satén en tu ropaje.
Y el agua breve, la hierba desteñida
Y unas piedras que siempre reconocen
El muelle de la casa y la memoria

De ultramarina bóveda incesabte.
Te permiten a´si pez de pecera
Y aún si juegas mal, no te despliegan.

Y sin embargo, mientras todo duerme
Y unas pocas algas trae la luna
Y mueven blandos buques las cortinas,
El mar que no posees se sustenta.

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Jorge Bach

Síndrome otoñal

                             A  mis hijas

Mientras las hojas
entregan al otoño
la sequedad de los tejidos,
abrazo a mis hijas.
Es lo que puedo hacer;
en tanto,
soy tan leve como la hoja.
El tiempo siempre parece lejano,
un latido extraviado
que se vierte en cúmulos de sangre
embebidos de poesía.
No quiero la tristeza
ni la soledad
ni decir lo que debería.
Se acerca el tiempo
de preparar los gajos,
de regalar un rosal
para que algo quede,
            para que no todo se pierda

---0---


Julio Bepré


Cuando aspiro la brisa me confía
Una liviandad y cierto albor
Progresivo en mi entorno.

Pero ahora, en este ahora
la misma realidad parece quieta.

Nada origina algún grácil vaivén.
Inmóvil se halla el color de las flores.

Sólo existe este atisbo
y  a su lado la duda.

Me inquiero. Aguardo atento
pero nada sucede y el espacio
se vuelve cada vez más yerto.

Estoy siempre en un mismo lugar
y  la hora se vive con pesado silencio.

Sin piedad me arrincona la espera.
Ésta de hoy, no de ayer
ni la que viene.

---0---

Ligia Anadón

Statu quo

     Barrio La Recoleta

La piragua sin amarras
te contiene (falta un ala).
Las caderas se rozan,
los horarios son gemelos,
cada tiempo, cada mirada corre,
nos abruman las horas
(estamos prescindibles)
y como un pre - destino
todo está adentro.
La lágrima cotidiana
concurre a la fonda, aunque enfrente
está la casa del silencio
y la sonrisa (faro de la noche)
deambula.

---0---

Liliana Corredera

urbano

el hombre duerme sensato
se estremece
en edificios angulares
cumple sus años
empuja paredes
ríe frente a ventanas de aluminio
y sufre mangas sin calzar

torres imbarcables
despachan alientos de menta
saludos
adioses
sin abrigo
el techo blanco
derrumba oxígeno gris
esperas de vino largo
cuando la carne sola duele
ahí
donde el concreto hace ciudad

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