a mis poetas
-están mudando a sombras
/las presencias compañeras-
escapan de su piel/
un viento implacable
desconcierta sus voces
si no puedo ver el rostro del poema
¿cómo sabré quien soy
qué extraños sofocarán mi amnesia
dónde habrá un acuerdo
una divergencia
un virtual asombro
que tome mi mano
en el transcurso?,,,
alicia b. pastore
Beatriz
nacida de cuentos orientales
o del cine,
de versos de Gonzalez Tuñón,
ella tiene fantasmas de jazz
en las caderas,
en los ojos
y en el pelo
pequeñas hadas habitan sus zapatos,
sus manos
ella ella sueños de adolescentes
y poetas,
fantasías de los derrotados
por la ciudad grotesca
rubia bruja del sur
que baila/baila
contra el cielo estrellado
Amadeo Gravino
a
Jorge Ariel Madrazo, in memoriam
desde mi arena natural decaigo
como ausente del nido o del verde
pájara o paisaje o artilugio
para devenir
polvo que late
desde mi arena natural
espero el suceso
el rostro que reúna
a la hembra con su especie
desde mi arena natural
raspo
(me oscurece este mar
su hondura)
desde mi arena natural me esparzo
caracol o casa que me llevo
a cuestas
(playa en donde el agua
se vuelve a correr hacia su oceáno)
Ana Guillot
Saludo al amigo
a Roberto Santoro
No es que a veces me olvide,
sólo que hoy te recuerdo más,
y no resisto a la vieja costumbre de saludarte,
decirte por ejemplo que aquí estoy,
con mis castillos de arena intactos
(cuando sopla fuerte el viento, uno sopla más);
con dos hijos que crecen como el abrazo
que guardo en el pecho desde aquel día;
que nadie ha borrado tu nombre
y sigue habiendo una silla
con las formas de tu cuerpo y tu calor.
(Si alguien dijera que no estás, ¿qué probaría?
Puede más tu voz, como una herida que no tiene cura).
Para cuando vuelvas
-en un cuarto del mundo-
se encenderá otra vez la mesa
para reanudar la charla que dejamos inconclusa:
ambos nos miraremos desde ventanas abiertas.
No falta mucho: al irte, no dijiste adiós.
Antonio Aliberti
de
Mareas del tiempo, 1981)
Pájaro de las plumas celestes
Quiero amar a un pájaro
con plumas celestes,
un pájaro que cante y me sonría
como una flor recién abierta,
que dibuje arabescos en el aire
y cante solitario en la noche.
un pájaro que me de los buenos días
cuando mis ojos inauguren la mañana,
que observe el color de mis pensamientos,
salte hacia mi mano
y coma de mi amor invisible.
Quiero ser ese pájaro anonimo
que devele mi verdad
y me conceda el
único deseo
que nunca he manifestado.
Que despliegue sus alas
hacia el infinito
y vuele conmigo
hasta mis profundidades
y desde allí emerja intacto y nuevo.
El pájaro de fuego y aire
que me sobrevuela mientras canto,
que arrulle mis silencios
en un sinfín de silbos
y me devuelva al origen.
Pájaro que tiembla,
mujer que espera.
Un dios en miniatura
a quien rezarle a diario.
Beatriz Minichillo
La presa
Todavía no sabe. No conoce la desembocadura
del llanto
ni el sueño opacado en el espejo.
Entonces baila
con su pollera apretada
marcándole la bombachita.
Baila con la gracia quebrada de la gacela
que huye.
Ella también, en el último ademán del miedo,
elevará la cabeza abriendo su mirada
para después caer, blandamente,
en el dolor.
Beatriz Schaefer Peña
Beneplácito expuesto
Este amor a la vida
desprovista de dioses e ideales
me lleva a homenajear cuanto las convenciones
fijaran reprobable,
y, aunque la fortuna,
nunca me arrinconó en el brete
de las decisiones,
si, para guarecerla, la opción hubiera sido
la traición o la fuga, la falsificación o el timo
sin duda elegiría
el camino reprobable
y haberla así, salvado.
Que el cielo se encuentre enaltecido
por mártires y héroes no me incumbe,
si ascendieron hasta su magna cumbre
en la sacra defensa
de dioses o ideales, los advierto esparcidos
desde siempre en la afligida pelambre de la Tierrra,
tan abundantes como el ábaco en sus cuentas
(y, desde ya, facilmente intercambiables),
la vida, en cambio, una y única,
nadie te la devuelve.
Carlos Berbeglia
Campos carmesíes
Aquellas lágrimas escondidas
adentro de una hija de álamo
son palabras peregrinas
que esparcen el almizcle de las diamelas.
Ahora mi cuerpo es viento respirando pena.
Toda mi gente yace sobre las sombras de las aguas.
Oh, Dios. Dios del Silencio.
Danos en el alba
el resurgir de nuestros campos carmesíes
Cristina Pizarro
Poema
Dicen
"el pasado está grabado en piedra".
Dicen
pero no es así.
Es humo
en un cuarto cerrado.
Ondula,
ciega,
deja ver.
Cambian su forma,
el paso del tiempo y los anhelos.
El pasado
no se borra,
se queda a merodear,
intenso,
como el olor a madera que se quema.
Daniel Castelao
Los ojos del Pez
a
Soledad Agüero
Niño absorto,
con los ojos del Pez apresado entre tus brazos,
un instante tu espíritu se ausenta
para bajar al mundo de los muertos sin ser visto.
Como en un flash entonces nos atisbas
atrapados en variadas cavernas.
Y tus tristes ojos deslumbrantes
nuevamente navegan seda adentro.
Elena S. Eyheremendy
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