“…y sus ojos sin pavor como si no se dieran cuenta” Livia Hidalgo
Observo a la mujer
La pobreza
que contamina el lugar
por donde pasa el silencio
No escucho a nadie implorar perdón
por ese pájaro herido.
Y me abriga una certeza:
un amanecer sombrío
aviva el fuego de otros lutos
una turba de sombras
viene a presenciar la caída.
Y ella sigue ahí,
sin pavor en los ojos
a punto de parir su muerte
escuchando - casi con devoción –
el fecundo sermón de la oscuridad.
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