Al amanecer reuniste
unas piedras
sólo para demostrarme
cómo te pesan en la mano,
mientras el pasto crece
y hay hongos en las paredes
y libros por todas partes.
Con una mirada aguda
sostenés esas piedras
y por fin las tirás al agua.
Las piedras hacen sapitos
y me devuelven más arriba
donde mi mano, a la vez,
trata de sostenerte
y cae
al costado de los días.
Tu cara se sostiene casi sola
y tus manos son una ofrenda
a todas las cosas vivas
más allá de las lágrimas
que ahora como quien dice
se deslizan por tus ojos.
Resonancia de las cosas - Ediciones en danza 2011
Excelente
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