“Las ceremonias son alfileres/clavados en el
aire/para herir el silencio” dice María Elena Rocchio y tiende ante nosotros su ceremonia de escritura
develando el misterio posible.
Débora Di Iácono
nos adelanta en el prólogo: El poema cercano a la plegaria, su hermana.
Y también Marcos
Silber nos anticipa su ceremonia de entrega: Su reposada belleza nos remite al
templo…
“El mantel de la mesa/de mi madre/ángel que todo
sabe/y todo calma”
La religiosidad
sobrevuela la poesía de María Elena Rocchio y cae en la palabra reveladora: “cuando se tuvo amor se tuvo todo/hay un
dios en la puerta de la casa”
La duda muere con
la muerte: qué habremos de salvar/el yo,
el otro, el alma, la materia?/qué pirueta divina nos espera/por fuera de los
libros/
Yace Hamlet en lo profundo del mar/sereno en la
poesía del ángel?/una caricia de sal en los ojos/de los que llegan a destino/si
todo muere/la duda también.
Y si es en la
palabra donde encuentra alguna verdad y nos la ofrenda, en la hondura de su
recuerdo de las horas pasadas y futuras sabe que algo más fuerte, más poderoso,
más cierto se impone, el deseo: cuando
anochece/las palabras se abren al deseo/se desliza la lluvia/del otro lado de
mis manos/mis libros no saben/de la íntima sed…
© María Elena Rocchio, 2014
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